lunes, 15 de diciembre de 2014

Obsesión 3.0

Conectandose a la red. Abrir market, instalando aplicación. Agregar, refrescar, iniciar chat.

-- Hola, ¿Cómo estas? --entregado con éxito. Los minutos pasan y no hay respuesta. Relojeando el estado, mirando detalladamente la foto de perfil; no hay detalle que se pierda en el olvido. El tiempo sigue su curso, no hay respuesta.

Cerrar, abrir, cerrar, abrir. Consumiendo el tiempo cual fuego al oxígeno. La expectativa latente mientras la ansiedad aumenta exponiencialmente. Escribiendo nuevo mensaje. Borrar, borrar, escribir de nuevo. Borrar todo. Cerrar y esperar.

El mensaje fue visto. La ilusión en alza mientras la imaginación se dispara. Cuántas posibles respuestas. El ojo imperturbable a la espera del mensaje salvador. La mismisima gloria, pura satisfacción. De nuevo los minutos se desgastan, se van clavando astillando directo al corazón.

Son las 3 AM. Horas y horas esperando el milagro. Última conexión, parece muy lejano ya. No va a contestar. Se pierden las esperanzas, juntando así la desolada resignación. Cerrar los ojos, sólo resta dormir.

Luz que titila, la esperanza renace, notificación que aviva el corazón y alimenta el alma. Predecible y fría respuesta; eso bastaba para conformar. Replica inmediata, sorpresa y alegría. El momento de extasis donde se consigue el objetivo.

Vuelve a instalarse la cruda espera. Al fin y al cabo se desconocen mutuamente, pero ¿no es aquello que se desconoce lo que más obsesión genera?

viernes, 28 de noviembre de 2014

¿Qué fue?

Al día de hoy me pregunto, qué estaba haciendo. Jamás habia hecho algo igual, medianoche, partiendo al encuentro más furtivo, posiblemente todo era parte de un sueño el cual me disponia a ver. ¿Dónde iba?

No sabia con que me iba a encontrar, era todo muy nuevo, la situación me descolocaba. Quizás haya sido esa la sensación que más me gusto. Era como una victoria frente a la rutina. Llegar y esperar, no conocer ni siquiera el lugar, ¿Qué más podía pasar?

Mucho paso, más de lo que hubiera podido asimilar. Lo intenso y fugaz no me permitió absorver con claridad los hechos. Me sumergí en la voragine del descuido, me entregue a lo desconocido y por un momento me sentí avivado como el fuego que crece en el momento exacto que se está por extinguir. ¿Quién eras?

Hubo un momento de inflexión, donde estuve por abandonar. Nada tenia sentido, no debería estar ahí, no estaba comodo, nunca lo estuve. Amague a pararme, practicamente decidido a irme, pero me interrumpio y se fue primero. Me quede un momento con mis pensamientos, juzgandome, viendome señalado con un laser frente a la multitud. Volvió, y presentí que su sensación era similar a la mía. Iba a irme, me tenia que ir. Pero me quede, se quedo y todo paso. ¿Y si hubiera sido distinto?

De repente todo se acelero. Hubo contacto, sinergía, la situación se avalanzo sobre mí. De golpe lo inesperado, miradas desconcertantes, un clima enrarecido por la confusión y la velocidad. De golpe el momento se detuvo. ¿Qué estaba pasando?

Era increíble, eramos uno. Pero murió como el tiempo que paso. Una sumatoria de factores surgieron con precisión y oportunismo para darse todo tal y como fue. Y así como empezó, terminó. Me desperte los días continuos con los ecos replicandose en mí, cada vez con menos intensidad. Como quien va olvidando un sueño, fuí olvidanome de esto también. Fueron quedando sólo los restos, porque las dudas fueron las únicas certezas. Y me termino preguntando, ¿Qué fue?

Desespero la espera

El momento incorrecto esperando lo indicado. Cierro los ojos para ver lo que la realidad no me muestra. Deseo profundo de cambiar; te ví, nos ví. Lejos y perdido en el tiempo, desespero la espera. 

No quiero perderme en un mar de impotencia, sumergirme en el tiempo y desconocerme. Pero lo hago. La noche es el lugar, el punto de encuentro para tanto ida y vuelta vertiginoso, resultando desconcertado y sufriendo la metamorfosis más severa.

Jugar a administrar la vida como quien apila unos ladrillos; arquitecto integral de vidas, influencias y destinos, empoderamiento y gloria. Héroe y villano, de un extremo a otro sin escalas. Batallas épicas con triunfos agónicos. Lógicamente, no tendría mucho sentido imaginar derrotas, aunque por momentos lo hago. Mi naturaleza más básica de asimilación del caos y el dolor, influyen hasta en las imaginaciones más risueñas. Alternativas múltiples, entrelazadas o paralelas, agrupadas o disjuntas.

Tiempos convulsionados, desafiando la física de lo posible. Universos colapsando unos con otros; devorándose, explotando, dejando cicatrices en el tejido mismo del espacio-tiempo. Pero ví la luz, tu luz, prácticamente al final de los límites de la imaginación. 

Vuelvo de golpe a lo real, desordenado y convulsionado, como quien frena de golpe en una montaña rusa de posibilidades. Me doy cuenta que vivo esperando momentos que ansío. La espera, aquella que te limita, te inmoviliza, te vuelve sujeto pasivo de tu propia vida. Te vuelve un ente inerte.

Ya no quiero esperar más. Quiero soltarme como el viento, dejarme llevar por la corriente y perderme en la infinidad del espacio. Para bien o para mal, pero más allá de los límites de la insignificancia. Quiero ir trás el horizonte y ver que hay del otro lado. Buscar el misterio de lo desconocido para perderme. Porque quizás, y sólo quizás, al perderme, pueda volverme a encontrar.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Simple

El arte de lo simple muchas veces se confunde y se complica, vale la ironía, perdiendo así la utilidad y su mera esencia. Si analizamos en detalle, hilando fino, casi con microscopio, podremos encontrarnos con que todas las situaciones son complejas en su cierta medida. La vida resulta complicada, y si tenemos en cuenta que cada decisión que tomamos, por más insignificante que pueda parecer, puede determinar el más grande de los destinos para nosotros y/o los que nos rodean, nos provocaría una sensación de análisis profundo hasta en la más mínima elección.

Y es así como tratando de hablar de lo simple, termine complicando mi discurso. Vale la ironía nuevamente. Pero ahora sí, tratando de ser más simple y concreto, la simpleza no está estrictamente relacionada con su génesis sino más bien con su desenlace. La clave está en ver lo simple dentro de lo complicado. Ver esa ventana cuando no se pueda salir por la puerta, por ejemplo.

Lo simple suele estar relacionado con lo breve, lo que está al alcance de la mano, accesible, fácil y dócil. Suena sencillo, es cierto. Pero, ¿sonaría tan sencillo si te dijera que conviertas una situación complicada, difícil de tratar, desbordante, tediosa e inmanejable a algo simple? No todos poseen el don de transformar las situaciones con naturalidad, viendo esa ventana en cada problema.

martes, 16 de septiembre de 2014

Comportamiento, personalidad y multiplicidad: Parte II

Soy de aquellos convencidos que creen en el cambio constante. El tiempo, las experiencias, las relaciones humanas y nuestras propias elaboraciones mentales asociadas directamente con los sentimientos producen un cambio sutil pero determinante en nuestra perspectiva del mundo, en nuestra mera personalidad.

Llevado a otras palabras, no somos los mismos que tiempo atrás. Podemos verlo como una evolución constante en la cual vamos modificando ciertos comportamientos y conservamos otros. Mejoramos algunas cosas mientras empeoramos otras, tantas quedan simplemente igual. Sin embargo, esto supone una interrogante difícil de contestar: cómo hubiera actuado mi pasado yo ante esta situación; cómo actuaría mi futuro yo ante esta situación. Entramos en el terreno de las hipótesis imaginarias que poco tienen que ver en el plano de lo real y comprobable. Aunque sirve como parámetro para definirnos como seres múltiples a lo largo de nuestra existencia.

Miles de yo que han muerto en el pasado para dar lugar al nuevo ser, el cual inevitablemente culminará en el momento exacto en el que te volves a reinventar, cumpliendo con este procedimiento cíclico e involuntario de tu propia evolución.

Creernos constantes e inalterables sería un error. Somos más bien cambiantes e impredecibles, con rasgos particulares que nos definen los cuales se acentúan o desvanecen con el tiempo.

viernes, 29 de agosto de 2014

No soltar

Puede considerarse un defecto imperdonable o una bendición milagrosa. Aferrarse a las cosas como a la vida misma, no soltarlas casi por instinto hasta las últimas consecuencias. Apasionarse hasta los huesos. Jugarlo el todo por el todo, no resignarlo nada, no aceptar ni un paso atrás. Querer abarcarlo todo, aunque eso mismo implique la nada. Ser bueno en casi todo para terminar siendo especialista en casi nada. Una cruz que cargar, todos cargamos una. Hundirse a tu manera será una opción válida de desvanecerse con altura, o terminará siendo un capricho que te sentenciará a permanecer siempre en el anónimato de la búrbuja de tus intenciones. Pero si es una convicción, desde lo más profundo y remoto de tus sentimientos, al menos vale más que someterme al cambio de tu propia esencia.

martes, 5 de agosto de 2014

Entrelazando desenlaces

Por tanto hemos pasado, padecimos los momentos que pasaron y aquellos que pudieron pasar. Los sufrimos y disfrutamos ambos por igual. 

Quién sabe si incluso, nuestras vidas sean completamente diferentes en realidades alternativas, sintiendo también la carga de lidiar con eso. 

Mi vida y la tuya se alteran constantemente, se bifurcan y disparan hacia otros puntos. Sin predicción, sin certezas. Nos cruzamos mil veces, nos distanciamos mil más. Mientras que el subconsciente elabora distintos escenarios, todos ellos igual de posibles, todos ellos a la misma vez.

Irónicamente, perdí la cronología en el tiempo, entre tantos posibles que no fueron y improbables que ocurrieron, dejé olvidada la constancia de los hechos en algún rincón de la memoria, confundiéndose así con las fantasías y los sueños que alguna vez imaginé. 

Ya no sé que fue real, ni si el fin fue realmente el final. Tantas idas y venidas, tantos tira y afloje. Armamos y desarmamos tantas veces la misma estructura que desgastada de intentar fue cada vez más complicado de aguantar. Fuimos apenas un punto en la línea de nuestras vidas, repetidos y constantes, quizás. 

Sin embargo al disociar, siempre queda la alternativa latente de volvernos a encontrar, pero sobre todo la de no enlazarnos nunca más. Y si el final no es el final, es simplemente un nuevo comienzo por comenzar, internamente quedará la ilusión intacta de que todo pueda pasar.

jueves, 17 de julio de 2014

Llanto de guerra

La humanidad ya sabe del dolor. Entiende, recuerda y llora. Hemos sufrido más de una guerra, de esas que desgarran hasta el alma, rompiendo en pequeños cristales la historia. Las muertes, los destrozos, el dolor y la tragedia, una vez más, envueltas bajo el manto del odio desmedido hacia la vida, la crueldad, la falta de empatía y violencia.

Hay guerras declaradas, formalizadas y públicas. Esas nos indignan, nos sumergen bajo un mar de impotencia. También están muchas otras guerras, silenciosas pero igual de desmedidas y violentas. La sociedad, expresada como ente imaginario la cual conformamos entre todos, se ve dañada ante estos actos sin razón de aquellos que solo buscan dañar, romper y destruir. El mero hecho de destruir por diversión, por vocación. Hasta se podría pensar en personas con una naturaleza en sí maligna, la cual se pudo desarrollar debido a esta violencia generalizada. Quizás simplemente sean malas personas sin más.

Enfrentamientos entre pares, esos mismos que quizás, te pudiste cruzar en la calle. Incluso, hasta pudieron haberse saludado amablemente. Aquel que hoy te extiende su mano para saludarte, en el mañana puede extender su mano para matarte; la ironía de la vida representada en su máxima expresión.

Y nos indignamos con todas las guerras. Sin importar si son guerras formalizadas o desapercibidas. Pero la indignación dura tanto como la brisa del viento en la mano. rápidamente nos olvidamos de todo, lo dejamos pasar. Sin embargo, nos volveremos a indignar en muy poco tiempo, por algo nuevo esta vez.

Mientras que las cicatrices se van acumulando, la pregunta es cuántas más vamos a poder soportar. Habrá un mundo para las próximas generaciones o solo una montaña de escombros con algunos sobrevivientes resignandose a no perder la batalla de resistir. La guerra lo destruye todo, derrumba nuestros logros, quiebra nuestra historia y quema la esperanza. Si nosotros no somos capaces de terminar con la guerra, la guerra acabará terminando con nosotros.

jueves, 19 de junio de 2014

Comportamiento, personalidad y multiplicidad: Parte I

¿Cómo se considera la individualidad de una persona? Hablando estrictamente desde el plano científico, todos estaríamos de acuerdo en determinar que somos individuos por el mero hecho de que somos organismos indivisibles.

Yendo un poco más a fondo con el tema, pensemos un poco desde el plano psicológico. Si bien, disponemos de una sola mente, la misma tiene una capacidad tan sorprendente y compleja, en la que se ha hablado en muchas ocasiones el hecho de una persona con múltiples personalidades. La personalidad es un conjunto de características psíquicas de una persona, la cual definen y determinan su comportamiento ante cada circunstancia. Este comportamiento es dinámico, se mantiene en continuo cambio ya que nos vemos influenciados por el ambiente, las experiencias y las personas que nos rodean. La psicología a intentado darle una forma a cada personalidad, para poder entenderla, analizarla, e incluso llegar hasta definir un patrón en su comportamiento.

Si pensamos en personalidades definidas, entonces podríamos plantear una posible situación. Una persona con más de una personalidad. Por ejemplo, podríamos imaginar alguien que con cierto grupo de personas se comporta de una manera determinada, siendo radicalmente diferente en cualquier otro entorno. Este caso podríamos pensarlo como dos personalidades juntas dentro de un mismo cuerpo diferentes entre sí, o como una única personalidad compleja que no puede ser encasillada ni definida estrictamente, porque claro, hablando de personalidad tenemos en cuenta en la dinámica a la que se ve sometida constantemente.

En este caso, plantearé la idea de una persona con múltiples personalidades. No significa sin embargo, que la considere como la opción correcta, simplemente me interesa abordar ambas posibilidades.

Siendo una persona con varias personalidades, tenemos que entender entonces que cada personalidad siente, piensa y actúa de manera diferente a la otra. Procesan la información de manera distinta e independiente, lo que puede ocasionar que una misma persona, ante hechos similares en condiciones favorables reaccionen de manera totalmente radical. Puede darse el caso que una de esas personalidades sea consciente de la multiplicidad en su comportamiento pero que sin embargo no pueda detenerlo ya que es algo totalmente involuntario. Más aún, las personalidades pueden enfrentarse entre sí, ya que una tratará de predominar más que la otra. Ganará la más fuerte, o la que más convicción llegue a tener.

Ahora bien, así como puede darse el caso de personalidades enfrentadas, no sería para nada disparatado pensar entonces en personalidades que se sienten atraídas, dentro de un mismo individuo. La famosa frase de "está enamorado de sí mismo" no se trataría más que de dos personalidades, en la que una está enamorada de la otra. Es acaso por una carencia de afecto sincero por parte de alguien más o por un simple hecho de narcisismo innato.

Pero, en ese caso, ¿Podríamos afirmar que una persona es sólo una persona? ¿Sería real pensar entonces que podemos tener contacto con personas diferentes aunque físicamente sea la misma persona? ¿Existen las personalidades multiples dentro de la misma personas o estamos hablando sólo de una gran personalidad con mayor complejidad?

lunes, 2 de junio de 2014

Fragilidad

En menor o mayor medida somos seres frágiles. Y en un mundo de apariencias, hasta el ser más duro por fuera, puede estar destrozado por dentro. Estamos sometidos a una presión constante, una presión propia o ajena --y en el peor de los casos ambas-- que nos exige resultados positivos. Nos vemos sometidos a soportar la brutalidad, el horror y la venganza. El odio y el amor son polos tan extremos como involuntarios. No se puede amar intencionadamente de manera genuina, ni tampoco odiar adrede. Simplemente surge. Sentir nos desgasta emocionalmente, y eso nos vuelve aún más frágiles.

El rigor físico, mental y emocional que nos propone el sistema dominante instalado alrededor del mundo influye directamente en nuestra homeostasis. Si queremos triunfar debemos sacrificarnos, para luego quizás ganar mucho menos de todo lo que tuvimos que sacrificar. El ganar en demasía también puede producir que perdamos de vista lo verdaderamente importante, alejándonos, aislándonos, exponiéndonos más vulnerables, aún más frágiles. Cada segundo que pasa nos consume un poco más como la llama de una vela esperando su destello final, desde el minuto en que nacemos comienza la cuenta regresiva de caducidad. Pero eso no debe deteneros, tampoco el miedo ni el dolor.

Creo que nacimos para rompernos, para luego re-armarnos y salir a rompernos otra vez. Y en esa dinámica descubrirás que dejando el miedo de lado, podrás descubrir cosas que no imaginaste encontrar. Nuevos matices, nuevos lugares, nuevas personas, nuevas experiencias. Y cuando nos rompamos del todo, sin posibilidades de re-armarnos ya, podemos dar una última sonrisa porque hemos hecho todo aquello que queríamos hacer.

jueves, 8 de mayo de 2014

Ecos

Dije algo que no entendí, conceptualmente no sabría que significa. Somos capaces de elaborar pensamientos que ni siquiera entendemos, o eso parece. Como un deja vu ese pensamiento vuelve hacia mí una y otra vez, se repite, y sigo sin poder descifrarlo.

Se vuelve un misterio, un enigma que mi mente se niega a soltar. Me obsesiona, me perturba. Quizás eso pasa cuando en una persona racional es el corazón quien habla. Pareciendo tan fuera de lugar, como si fuera un pensamiento de un extraño implementado en otro lugar.

Con el tiempo aprendí a convivir con ese pensamiento, aprendí a creer en él. Hay fuerzas que no entendemos, que resultan imposibles de disuadir como la gravedad. 

Tus palabras siguieron replicándose en mí como ecos de mi propia voluntad.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Para seguir

Cuando pude no quise, y ahora que quiero no puedo. Y todo ese tiempo que paso, llevando una mochila con algunos recuerdos en blanco y negro, unos libros de auto ayuda y un cassette con reproches de cosas que pudieron pasar pero no fueron.

Zapatillas desgastadas de tanto andar, dando vueltas siempre en el mismo lugar. Pero las miras y te dan la sensación de que recorrieron el mundo. De sueños rotos te puedo decir, que podes pasar una vida entera tratando de rearmarlos otra vez. Para finalmente ver, que ya nada volverá a como solía ser.

Me dí cuenta que soltar puede salvarte la vida para no terminar en el fondo del mar. Y aprendí que estando en el fondo no queda otra alternativa que resignarse o salir a flote una vez más. Que no importan los salvavidas siempre que tengas deseos de seguir, recordando los buenos motivos por los cuales vale la pena vivir.

Y no te juzgo si en una de esas te olvidas de sonreír, pero no te olvides que todos tenemos una oportunidad más siempre y cuando tengamos deseos de vivir. Todo puede cambiar de un momento a otro sin más, girando tu vida ciento ochenta grados sin preguntar.

Lo entendí y lo solté. Deje la mochila y caminé. Para que mis zapatillas sepan ahora sí lo que es andar, sin girar siempre en el mismo lugar.

martes, 6 de mayo de 2014

La relatividad de perder el tiempo

Alguien dijo una vez que el tiempo es relativo. Y pensándolo mejor, todo aquello que involucre al tiempo puede verse afectado por esta relatividad. Nuestras vidas, por ejemplo. Cuantas veces escuche decir que estaba perdiendo el tiempo (valioso tiempo, sin dudas) de mi vida en cosas sin sentido, sin una finalidad. ¿Realmente existen las cosas sin finalidad o existen las personas que no pueden verlas?

Sin embargo, muchas veces sentí que mi vida no iba hacia ningún lado, que no tenía una dirección. Por alguna razón, crecí con la idea de que si no vas hacia una dirección concreta estas perdido. Y si estas perdido, nada está bien. No hacia nada con mi vida, al menos así me consideraba bajo la intensa influencia del mundo que mira y juzga, que critica y empuja, que obliga y derrumba.

Los problemas, que surgieron en mi vida, hicieron que de alguna manera empezará a tener un sentido mis días. Tenía algo por lo que luchar finalmente, eso le daba una finalidad a mi vida, transformándome en alguien socialmente aceptado, más allá que fuera por motivos nefastos todo iba de acuerdo al plan. Las obligaciones del mundo adulto también hicieron lo suyo. Me transformaron en alguien que no hacia nada, en alguien que empezó a hacer nada. Y nada, porque entre tantas cosas que me vi obligado a hacer, deje de tener tiempo en lo que quería realmente, en todo aquello me apasionaba. Entonces, qué significa hacer algo con tu vida. ¿Hacer un montón de cosas  bien vistas culturalmente pero que no significan nada para vos o solo algunas cosas que lo representan todo para vos aunque para el mundo signifiquen nada?

De pronto lo vi. Solucione mis problemas, pero no pude escapar de la dinámica que proponen las obligaciones. Sin embargo eso no me detuvo, sabia que no me podía resignar. Me invente mi tiempo, mi propio tiempo, más allá de todo para ser yo. Y por primera vez, a pesar de hacer algo que no tiene una finalidad para el mundo, yo siento que lo tengo todo, definiendome como ser.

viernes, 11 de abril de 2014

La Hoja

Eran apenas unos jóvenes risueños, la vida resplandecía en la cima de sus años dorados. Se amaban. En su camino derrochaban luz y felicidad, tomados de la mano, entrelazados, convalidando así el pacto tácito de tenerse el uno al otro para siempre. El amor parecía infinito, y de hecho, así fue.

Se recostaron sobre el pasto de una vieja plaza que fue testigo de aquel momento inminente. Las sonrisas sólo cesaban para darle lugar a los besos más sinceros que la naturaleza haya sido capaz de presenciar. Sobre ellos, un árbol tan viejo como la plaza misma los recubría, casi protegiéndolos. Parecía como si el árbol pudiera nutrirse de ese amor y así estar más vivo que nunca. Él la miró fijamente, intuyendo que ella le diría algo importante. Las palabras practicamente cayeron de la boca de aquella muchacha repleta de ilusiones.

--Mira, ¿ves aquella hoja? La que está sobre nosotros.-- El muchacho asintió cálidamente. --Este será nuestro lugar en el mundo, nuestro punto de partida y de llegada. Acá, en este árbol, que representará nuestro amor. Y esa hoja, permanecerá siempre aferrada a su rama como nosotros permaneceremos unidos el uno al otro. Nada la hará caer, ni la tormenta más grande, ni siquiera el infalible otoño. Cuando te sientas perdido, mira esa hoja y sabrás que te amaré.--

Los años transcurrieron, más de 6 décadas pasaron en un abrir y cerrar de ojos desde aquel día de la plaza. Ellos volvieron, al menos una vez por año, para celebrar su unión en aquel árbol. La hoja, aquella hoja que representaba todo su amor seguía allí, aferrada, fuerte, más viva que nunca. Si habrán pasado otoños e inviernos, vientos y tormentas localmente fuertes, pero la hoja seguía ahí, sostenida por la fuerza de su amor. Un hecho increíble para cualquier otra persona en el planeta, pero a ellos no los sorprendía. Sabían que su amor podía producir todo tipo de milagros, estaban convencidos de ello.

Los días grises llegan para todos, incluso para esta pareja feliz. Ella hace años que luchaba contra un tumor cerebral maligno. Nunca se lo había dicho, no quería que él se preocupará, que borrara aquella sonrisa de su ya envejecido rostro. La lucho sola, como pudo, hasta que el tiempo se termino. Él lloro como nunca antes en su vida. Cuanto podía llorar alguien por el amor de su vida, comprendió que el llanto puede ser eterno.

Se sintió perdido, como nunca antes. Cuando pudo secar sus lágrimas, recordó las indicaciones de su amada en los mejores momentos de su vida. Fue hasta aquél árbol, tenía miedo de si la hoja seguiría allí. Al llegar, las lágrimas volvieron a salir involuntariamente. La hoja, aquella hoja que se mantenía viva a través del amor, seguía allí, tan firme como siempre. Después de todo, comprendió que el amor es incluso más fuerte que la muerte.

Volvió a aquel lugar todos los días durante 5 años. Apenas si podía caminar, pero eso no le impedía hacer las 20 cuadras a pie que separaban su casa -aquella casa donde pasaron una vida juntos- de la plaza mítica, del árbol, de su hoja.  El dolor de sus articulaciones no era mayor a la tristeza que había en su corazón. Ni un sólo día dejo de extrañarla, de quererla. La única manera de demostrarlo que tenía era yendo a ese árbol. Y siempre que viera la hoja aferrada a la rama, él sabría que ella aún lo amaba.

Murió recostado sobre el pasto, mientras miraba por última vez la hoja firme flameando por el viento. Sonrió, y se dejo caer en un sueño profundo del cual ya no despertaría. En ese preciso instante, la hoja se desprendió de la rama. Se mantuvo en el aire por unos segundos, como observando aquel cuerpo desganado pero con una expresión de serenidad que asombraba. La hoja descendió lentamente, hasta reposar finalmente sobre el pecho de aquel que supo ser un joven amante.

El amor entre ellos seguía vivo a pesar de la muerte, pero ahora flotaba con el viento, al igual que la hoja.

martes, 8 de abril de 2014

Sofía

Hay momentos en que la realidad no es suficiente como para que valga la pena vivir. Entonces, y sólo entonces, hay quienes se refugian en la fantasía. Saben como hacerlo, tan simple como sacar un pasaje a un mundo surrealista donde es imposible sentirse mal; es un mundo único, hecho a tu medida, donde todo se puede.

Ella no quería amor, no quería fama, no quería poder. Para ella, la realización de la felicidad constaba en la expresión misma de sus cualidades artísticas: Su cielo era pintar. Podía pasar semanas enteras pintando aquellos paisajes de antaño, animales exóticos mezclandose con la inmensidad, la luz reflejada de la luna como único farol en una extensa noche. Claro que se encerraba en ese mundo, un mundo de abstinencia social, de esfuerzo y perfeccionismo, de completa auto-satisfacción. Al terminar sus obras, decoraba cada rincón de su hogar. Aquel hogar, con falta de luz, húmedo. Después de algún tiempo ella pensó que ya no era necesario salir más, cada retrato invitaba a realizar un viaje tan intenso que se transformo en algo inútil, e incluso irritante, cualquier tipo de contacto con el exterior.

El tiempo pasaba a ritmo veloz, constante, inalterable. Lógicamente, era imperceptible el paso del mismo para Sofía, quien se encontraba en un estado de transe, una especie de elevación espiritual. La conexión con su núcleo interior, sus sentimientos más puros, un mar de pensamientos cristalinos, un canal directo que comunicaba su esencia con el exterior, un exterior que se nutría de todo aquello que Sofía podía crear.

Su vida fue un misterio. Siempre quise conocerla un poco más, en realidad siendo sincero, siempre quise conocerla. Nunca pude entablar una conversación, más que algunos cruces casuales y un par de miradas cruzadas. Sólo tengo algunos breves recuerdos de cuando lograba verla a través de la ventana de su cuarto, practicamente oscuro, llevando puesta su blusa rosa, el pelo recogido y manchas de pintura en su rostro. Claro que sus manos estaban siempre manchadas de pintura, y al tocarse la cara para correrse el cabello siempre dejaba alguna mancha. O al menos eso supongo yo.

Su último trazo fue gris. No es una metáfora, fue estrictamente gris. Lo curioso es que siempre pintaba en colores, pero esa vez fue diferente. Casi, como si supiera que el fin estaba cerca. De hecho lo fue, tan pronto, que al día de hoy todavía me pregunto si había llegado a terminar aquella obra con distintos tonos de grises. Al pensarlo, todavía no puedo descifrarlo. Parece una mezcla de tinieblas, con una sombra entrelazada. Creo que es una sombra, incluso me animaría a decir que es una sombra femenina. ¿Será ella misma?

Se perdió en aquel mundo, aquel mundo que para ella representaba su verdad. Y se olvido del resto, la vida, la realidad. Dejó de alimentarse, casi ya no dormía. Su cuerpo aguanto lo máximo posible hasta que cayó desmayada en un sueño profundo. Estaba muy flaca, intuyo que muy débil también. Los meses pasaron, y me extrañó el hecho de no ver el más mínimo movimiento desde mi casa, ubicada a penas unos metros de distancia de la de Sofía. Pensé que quizás se había ido, pero decidí estar seguro. De hecho, me puse triste al pensar que se había ido, y ni siquiera había pasado a saludar. Lo más triste es que realmente ella no tenía obligación de contarme absolutamente nada a mí.

Llame a la policía, casi con vergüenza, pero no soportaba la idea de no saber si estaba o no en su casa. Al llegar, descubrieron el horror. Estaba muerta, hace ya algunas semanas. Significo tanto para mí siendo practicamente nada. Me había enamorado, y me dí cuenta tan tarde como era posible. La cantidad de veces que me debatí internamente el hecho de juntar el valor necesario, plantarme frente a su casa y decirle todo lo que sentía. Nunca lo hice, no me atreví. Ahora, sólo me queda un te amo atragantado en el alma que ya no llegará a destino.

Lo único que me quedo concretamente de ella, fue un cuadro recuperado por la policía cuando realizaron las pericias. Me lo entregaron porque dedujeron que era para mí. ¿Cómo lo supieron? No era muy difícil de averiguarlo, en el cuadro estaba pintado el retrato más perfecto que alguna vez hicieron de mí. Sofía tenía esa habilidad, de hallar la belleza de todo lo que la rodeaba, incluso si no tuviera belleza aparente. Claramente tuve que brindar una declaración. Sinceramente no ayude en lo más mínimo, el arrepentimiento de no haber expresado mis sentimientos a tiempo, y suponiendo luego, que eso podría haberle salvado la vida, hicieron que me convirtiera en un mar de culpa y rencor. Sin embargo, era un misterio descubrir que ella había pintado algo sobre mí. En el reverso del cuadro, estaban escritas unas simples palabras. Tan simples, que provocaron el estremecimiento más grande de mi vida. Sólo tres palabras que se convertirían en mi eternidad: Te amo, Sofía.

jueves, 3 de abril de 2014

¡Ey, vos!

¡Ey, vos! Sí, vos. Vos, quien no deja de reprocharse continuamente los errores cometidos, en silencio, casi murmurando en lenguas extrañas. Que no te permitis olvidar, y en consecuencia, seguir adelante con tu vida. Tu pobre vida. Vos que maldecís tu infinita soledad, aquella que vos provocaste al alejar a todos quienes te rodeaban. Que te lastima el dolor pero no sabrías que hacer sin él, ya que cuando se acerca una leve sensación de placer que podría interpretarse como principio de felicidad, descartas inmediatamente aquella posibilidad por lo incomodo que te resulta la idea de ser feliz.

Al caminar miras al suelo, te molesta el contacto visual. Eso te ayuda a creerte invisible; quisieras ser invisible porque sos de aquellos que queres vivir en el mundo pero no pertenecer a él. Te crees un ser oscuro, sombrío, pero no sos más que alguien pidiendo a gritos un destello de luz que encegezca tu propia estupidez. No tenes maldad, pero crees que sí. Eso te hace innecesariamente idiota. Pensas detalladamente cada palabra, pero como un rico que desperdicia sus propios recursos, te limitas a decir incoherencias para no ser tomado en serio. No sé que es peor, si tu complejo de inferioridad o tus continuos intentos por derrumbarte.

¡Ey, vos! No te das vuelta porque no te gusta hacerte cargo, asumir responsabilidad alguna, pero no por incompetencia, sólo por temor. Temor a no poder, temor a ser menos. Incluso, tenes temor de ser bueno en algo, y ser bueno en algo implica que los demás esperen siempre algo aún mejor. Pero no, no sos de esos que alimentan las expectativas mundanas de la sociedad. No tenes actitud, eso te diferencia de un rebelde. Tampoco tenes una finalidad, una meta, nada. Ni siquiera tenes el coraje como para llorar, sé muy bien que hay lágrimas desbordando tu corazón.

Dejame decirte que, a pesar de tu apatía, tu falta de humanidad y comprensión, creo en vos. Sólo por una simple razón. Porque hay una sola cosa que tengo, y eso es esperanza. Tengo esperanza de salir de esta prisión emocional. ¡Ey, vos! Sí, yo. Porque yo soy vos.


lunes, 31 de marzo de 2014

Soltar

Hay momentos duros en la vida, uno de ellos es el momento de soltar. Nos aferramos a eso que queremos, porque nos hace sentir diferentes, nos hace vivir de una manera distinta que nos motiva, eso produce una sensación de necesidad, porque es un sentimiento que nos gusta sentir. Nos descoloca, nos nutre, pero nos vuelve dependientes. Y muchas veces, la vida te pone en situaciones donde no te queda otra opción que dejar ir. La tristeza de saber que algo que produce tanto en nosotros, se va. De hecho, se fue. Pero eso no basta, porque mientras sigamos pensando, mientras sigamos recordando, nunca se irá. Y ese es el problema fundamental, hay que soltar.

sábado, 29 de marzo de 2014

Aprendió a vivir

Acaso el Sol brillaba como pocas veces en los últimos años, un cielo claro, una leve y agradable brisa recorría de punta a punta el campo moviendo ligeramente cada una de las hojas de los árboles que se entregaban sin pudor al movimiento involuntario que provocaba la fuerza eólica. Todos salían, no era para menos, a disfrutar de tan bello día.


El pequeño pájaro había nacido hace algunos días. Su nombre era Dim --o Dimmy, como lo llamaba su madre--, y se sentía sumamente atraído por las sensaciones que generaba su entorno. Eso lo motivaba a salir de su nido, agitaba sus alas como si fuera a despegar inmediatamente y recorriera así el mundo entero. Su madre, intentaba contenerlo. Siempre le decía que las cosas tienen un tiempo para llevarse acabo, y que el hecho de apurarse o atrasarse en hacerlo podían estropearlo todo. Dim no entendía a su madre, no tenía sentido esperar para hacer algo tan magnifico como volar.


Dimmy sin darse cuenta estaba siendo estimulado por su madre para que adoptara el movimiento del aleteo de sus alas de manera natural. Él lo veía como un juego pero era mucho más que eso, mientras que su ansiedad por volar aumentaba a cada momento. Tenía absolutamente prohibido intentarlo todavía, según su madre no estaba preparado aún. Pero Dim estaba en desacuerdo y eso lo iba a llevar a cometer un gran error.


La madre había salido a buscar alimento. Era el momento preciso que Dim necesitaba para intentar volar, por primera vez, dejando de lado los estúpidos ejercicios de entrenamiento. Se paro al borde del nido; realmente nunca había prestado atención a lo alto que se encontraba, o será que en situaciones limite el entorno parece agrandarse más de lo debido. Extendió sus alas, y casi sin pensarlo, se dejo caer. Recordó el entrenamiento, incluso tuvo tiempo para pensar en que estaba en su naturaleza volar, nada podía salir mal. Aleteó, tan fuerte y rápido como pudo. A medida que se iba acercando al suelo, cada vez más rápido producto mismo de la gravedad --la cual él desconocía, al menos de manera experimental-- iba aumentando su nerviosismo, ya que no notaba que estuviera volando, de hecho sólo estaba cayendo.

El accidente estremeció a todos en el lugar. Cada animal se acerco para ver al pobre pájaro inconsciente en el pasto. Ese momento fue infinito, en el cual Dim parecía no respirar, siendo el silencio y la desolación la única respuesta posible a tanto dolor. La madre se acerco, casi sin fuerzas. Sintió una corriente de aire helado recorrer todo su cuerpo, sus plumas ya no brillaban con el Sol de media tarde, que en breves segundos iba a ocultarse tras unas nubes que no tardaron en cubrir el lugar. No eran nubes de lluvia, eran nubes de tristeza.

El tiempo paso, y Dim se recupero. Claro que llevo mucho tiempo, él comprendió que estuvo al borde de la nada, la mismísima muerte. También comprendió que su madre tenía razón, ahora lo veía. El accidente no sólo le abrió los ojos, también le lastimo su ala derecha. Ya había pasado más de un año de aquel hecho, y todavía no podía asimilar el costo de su error: nunca iba a poder volar.

La depresión formo parte de la vida de Dim, ya no era curioso como antes, ya no percibía las sensaciones que su entorno le podía brindar, todo se veía más opaco, con diferentes escalas de grises, sin brillo ni emoción. Su madre lo acompaño en cada momento pero el dolor de ver a su hijo sumergido en semejante abismo la fue consumiendo a sí misma como una vela se derrite con el fuego. Había una pregunta que ella no podía contestarle a su hijo, y eso la lastimaba. --¿De qué sirve un pájaro si no puede volar?-- se preguntaba Dim constantemente. El dolor todavía iba a aumentar.


La noche se instalaba más oscura que nunca. Un ruido imperceptible de fondo anticipaba el mal que se asomaba, sin prisa. El viento testigo de aquella noche empezaba a clamar su enojo ante tal injusticia, mientras la Luna angustiada, parecía querer voltearse para no ver lo que estaba a punto de pasar. Los tiempos difíciles, las preocupaciones constantes y la falta de éxito en conseguir una mejoría en su hijo, hicieron que el corazón de la madre de Dim no soportará más. Aquel día, termino por desgarrar a Dimmy. Por segunda vez en su vida se dio cuenta --tarde, nuevamente-- del segundo error más grande que pudo cometer. Desde el accidente se había olvidado de aquellos que lo querían, se había olvidado de su madre, y lo que ellos sufrían al verlo en ese estado de tristeza y desolación. Ya no vivía, sus días eran lamentos y rencores interminables hacia la vida y sus desgracias. Ahora, la soledad, se presentaba firme para dar el último golpe en la vida de Dim y así destruir la única esperanza que le quedaba, el amor de su madre. Estaba solo y sin identidad.

Camino durante días --de hecho, era lo único que podía hacer--.No buscaba respuestas, no buscaba culpables --sabía muy bien su responsabilidad en todo lo que había pasado-- sino que quería tomar una decisión. --¿Qué hago con mi vida?-- se preguntó reiteradamente. Trató de dejar el dolor a un lado, pero no encontraba un buen motivo para vivir. Había perdido su esencia al no poder volar, había perdido al ser que más quería en la vida, no quedaba mucho más en juego.


Hace más de una semana que la lluvia no cesaba. Dim no había parado de caminar, incluso debajo de la tormenta, como esperando a que alguien más tomará por él una decisión que no podía hallar. De golpe un rayo golpeó con fuerza la rama de un árbol. El viento pareció descontrolarse descargando su furia en todo lo que lo rodeaba. Dim pudo verlo a pesar del temporal, él ya tenía los ojos bien abiertos. De aquella rama impactada por el rayo, caía un nido. Se acerco y pudo ver un huevo totalmente empapado. Rápidamente lo recogió y lo llevo hasta un lugar seguro, para resguardarse del temporal. Ese temporal duro 3 días, siempre con la misma intensidad.


Él cuidó del huevo, esperando por el regreso de la madre. No descanso ni un minuto, por primera vez en mucho tiempo había olvidado sus propios problemas por una causa mayor. Luego de 20 días, nadie apareció en búsqueda del huevo. Dim se sintió frustrado, ya que imagino que su madre hubiera vuelto por él. Pero su madre ya no estaba, y pensó que hubiera hecho ella ante tal situación. De pronto, casi como si el tiempo se hubiera detenido unos instantes, el huevo se abrió. Era una pajarita hermosa. Los ojos de Dimmy --después de mucho tiempo-- volvieron a brillar.

Los tiempos mejoraron, incluso el clima se veía mucho más agradable. La primavera afloraba todo a su alrededor, llenando de color nuevamente todo a su paso. Dim estaba feliz, concentrado en un único objetivo, ayudar a su hija. Una hija que la vida puso en frente suyo, dándole ese motivo que tanto busco. Ella ya estaba grande y lista para su primer intento de vuelo. Dim sabia perfectamente todos los entrenamientos que su madre le había indicado anteriormente para aprender a volar. Era el momento de la verdad. Ella se asomo al borde del nido, acompañado de Dim apoyándola a un costado. Se dejo caer, naturalmente extendió sus alas y empezó a volar. Nunca Dim había tenido un momento tan hermoso y especial como aquel.

Su pequeña hija había aprendido a volar, mientras que Dimmy, después de tanto, pudo aprender a vivir. Comprendió, con una sonrisa imposible de borrar, para que algunos puedan volar y cumplir todas sus metas, algunos otros necesitan quedarse en el suelo para apoyarlos y hacerlos crecer más.
 
--¡Te felicito Azul!-- le grito Dim emocionado. Después de todo, era un día feliz. Y sentía que quizás, su madre, podría estar orgulloso de él otra vez. Su madre, quien también se llamaba Azul.



viernes, 28 de marzo de 2014

Busco en vos


Busco la belleza de tu sonrisa, el brillo de tus ojos y la música de tu voz. Busco la verdad de tus palabras, el camino de tus pasos y el silencio que dejan tus pensamientos. Busco en vos porque te creo, en lo que sos y vas a ser. Busco en vos porque lo siento, mucho más de lo que alguna vez imagine. Y ya no imagino una vida sin buscarte, porque en esa busqueda me encuentro como persona, una mejor persona. Pero lo mejor de buscarte, es que al encontrate, te tengo que volver a buscar.

jueves, 27 de marzo de 2014

Mirá

Míralo a él. Tan sonriente, inocente sobre todas las cosas. Es muy chico para entender que está muy cerca de corromperse a sí mismo sólo para sobrevivir. La vida de adulto exige que para triunfar debes pagar un costo elevado. Pero no se complica, no todavía. Eso viene después, las preocupaciones, las reflexiones del qué debería hacer, del qué debería haber hecho o del qué voy hacer. Sólo quiere jugar, sentirse querido, porque pocas veces somos tan perceptivos como cuando somos chicos ya que todo resulta nuevo, interesante, digno de explorar. Es la expresión de la sinceridad. Míralo a él, deseas que nunca cambie, que se quede así para siempre. En cierta medida te reconforta verlo así.

El tiempo pasó, su cara cambió. Es una mezcla extraña de desconfianza a la vida, arrogancia del todo lo puedo y una corriente de rebeldía. No parece un buen coctel a priori, pero se puede deslumbrar en sus ojos de cristal que esconde mucho más, está frágil. Ya no sonríe tanto, y muchas veces lo hace de compromiso, pensando cada vez más en alzar su voz y hacerse escuchar para ya no ser pisoteado por lo que representa la sociedad. Está dando sus primeros pasos a un ser idealista, aunque no lo sepa, hay muchas cosas que ignora, pero están apunto de pasar. Empieza a golpearse, pero no para, sigue adelante como si nada lo tocara. Sin embargo, a pesar de seguir adelante por la inercia misma que caracteriza a los jóvenes de su edad, pero las heridas quedan, quizás sangren después. Sigue siendo perceptivo con su entorno pero se reprime, guarda todo aquello que siente. Aunque cada tanto rebalsen sus emociones, lógicamente, no se pueden encerrar por siempre.

Ahora sí, lo inevitable, la adultez cobro su precio por la supervivencia en un mundo infectado que incluso muchos no pueden soportar. Se mira a sí mismo, y se ve a la distancia, en lo pasado y en lo que podría pasar. Ahora analiza, ahora se preocupa, ahora reflexiona. No quiere asustarse porque sabe que no hay tiempo que perder, las reglas de juego cambiaron, ya no tiene muchas alternativas en un mundo establecido que está en marcha y uno no puede bajarse tan facilmente. Pero es un idealista, esa rebeldía muto y se transformo en pensamiento, en un ideal. Él cree en eso, no es religioso pero en algo tiene que creer, se sostiene y aferra a sus ideales. La vida lo golpeo, vaya si lo sacudió sometiendolo a situaciones limite. Y sin embargo allí está, firme.

Para sorpresa de todos, la vida le dio el mejor regalo del mundo. Pero se lo tuvo que ganar, como pocos. Era un regalo tan increíble, tan especial, que ahora entiende el hecho de haber tenido que luchar por ello. Hasta las últimas consecuencias, entregándose en cuerpo y alma, más allá de lo desgarrador que puede ser el dolor. Ahora lo disfruta, es feliz otra vez.

Mírala a ella. Tan sonriente, inocente sobre todas las cosas. Es la expresión de la sinceridad y el amor en su estado más puro. Míralo a él, como la mira a ella, tan chica, tan llena de vida siendo un verdadero reto no llorar de la alegría, un regalo que le dio la vida pero que él mereció, se lo gano. Él sonríe, pero sonríe a través de ella. Es feliz, a través de ella. Revive su infancia, su sinceridad, el verdadero sentido qué tiene vivir, la simpleza. Sí, todo eso a través de ella, llenándolo aún de más felicidad.

Míralos a los dos, juntos, de la mano, sonriendo, jugando. Él tratándola de guiar en el camino, cuando en realidad ella lo ayuda a caminar todos los días dándole motivos para vivir. Ella lo hizo un mejor hombre, él sólo quiere verla crecer, sólo quiere verla feliz, así de contenta, así de sonriente. A pesar de su edad, ahora son niños los dos.

miércoles, 26 de marzo de 2014

El ser

Cada día, por más que parezca sólo un día, se libra una batalla interna que pasa desapercibida pero que no deja de ser crucial. La pelea entro lo que quiero ser y lo que puedo ser, es momento a momento. Limitaciones personales, físicas, materiales y reales, producen que esta negociación feroz entre el puedo y el quiero sea brutal y despiadada.

Puntualmente, como personas somos un conjunto de quieros recubiertos de todo aquello que podemos. Renovándose continuamente, ya que no siempre queremos lo mismo, mucho menos podemos siempre igual. Siendo así el ser.

martes, 25 de marzo de 2014

Colección de días

Últimamente vengo negativamente cargado, como si una nube negra estuviera por encima siguiendome sin descanso a cada lugar que voy. Una especie de mala onda, sumado a mi mala predisposición debido a las circunstancias de los últimos días, están dando como resultado momentos fatídicos. Una colección de días malos, uno tras otro.

Vengo en una mala racha que se me está haciendo difícil de romper, no me da respiro. Sin embargo, algo que me llamo poderosamente la atención, es que soy un hombre de perder el control facilmente, disgustarme, insultar, creerme un desdichado. Y aunque en verdad me crea uno, porque ya hasta resulta poco creíble esta constante mala suerte, me siento sumamente entero a seguir (cayendo, por lo que parece).

La razón de está entereza en plena lluvia, hoy me parece clara. No es para menos, ya que al cerrar los ojos ahí estas vos, al lado mío. ¡Y si! Con sólo imaginarme disfrutar cuando los días mejoren, y que seguro llegarán, vamos a estar riéndonos como si nada. Si total, todo pasa, excepto mis infinitas ganas de quererte.

jueves, 20 de marzo de 2014

La transformación

Transformar los sentimientos en algo tangible, y más allá del producto que puede ser bueno, malo, regular, lo que importa es el mero proceso de transformación, de transcribir esas sensaciones, siendo esa es la verdadera recompensa. Después, como si fuera poco, ese material se puede compartir para que otros lo puedan disfrutar, y en el mejor de los casos puedan sentir esos mismos sentimientos que quisiste brindar. Y es ahí, donde se vuelve a producir una transformación, pero esta vez a la inversa, convirtiéndose nuevamente en sentimiento de alguien más.

Dejarse

¿Me encontraba dormido o sólo padecía de los efectos de la anestesia que provocan los golpes duros, esos que sacuden con fuerza? No saber cuánto tiempo pasó, confortado en el rústico suelo de la vida. La inercia me invitaba, de manera indeclinable, a continuar el camino como si fuera un automáta. Y ahora siento, ¿hay que pensar?

El viento no sólo susurra verdades que arrastra a lo largo y ancho del mundo, trae consigo mismo una fuerza que se vale por si misma. Y como las hojas en invierno, tendrás siempre la opción de sumergirte en su vorágine. ¿Será la locura suficiente para atreverse a viajar sin destino?

Dentro de la verdadera naturaleza, aquella que nos atrapa y nos define como somos, que nos cambia, nos pone a prueba, nos motiva a movernos; se podría estudiar el arte de las relaciones humanas, que bien podrían ser consideradas arte, por su belleza, su complejidad, disfrutando así de las infinitas combinaciones que se pueden producir.

Quiero explorar el mundo y la naturaleza, aquella que tiene un lado salvaje. Pero no voy a olvidarme de su arte, no voy a aislarme. No me conformaré con perderme en los lugares más maravillosos del mundo completamente solo, me quiero perder en vos. Me dejaré caer en esa brisa que puede transformarse en huracán.

La pasión

Si pudiera encontrarle una explicación lógica al comportamiento de una pasión renunciaría por completo a considerarme un fiel soldado de sus filas. Quizás me caracterice por cubrir de un manto racional a todo lo que me rodea, pero no esta vez. Hay cosas que se explican a sí mismas, que para entenderlas hay que vivirlas.

Sino que explicación tendría sacrificarse física y mentalmente, dejarlo todo con el único objetivo de salir victorioso finalizados los 90 minutos. Sentir que sos parte, que podes cambiarlo todo en cada jugada. Que el esfuerzo hecho durante toda la semana, trabajo y sacrificio, cada gota de sudor derramada exponiendo al cuerpo a la máxima exigencia para superarte y dar siempre un poco más. Porque cuando te derriban, te levantas. No importa el dolor, no importa el cansancio. Es el momento donde el mundo queda a un lado, nada más importa. Sufrir de acuerdo al resultado, ser feliz cuando todo sale bien, sentirse más vivo que nunca.

Durante mucho tiempo no me sentí vivo, porque para vivir no alcanza con respirar. Hay que jugarsela, dejarlo todo y más. Ahora vivo de nuevo y no pienso dejarlo pasar.

jueves, 27 de febrero de 2014

Recalcular la vida

Pensar en la idea misma de cómo alcanzar el éxito puede resultar confuso, siendo que es fácil caer en la malinterpretación de creer que para salir victorioso en la vida es requisito excluyente hacerlo todo bien. Refutando aquella idea, el éxito puede estar precedido de los mayores fracasos de tu vida.

Es bien sabido que un fracaso obliga a la reflexión, al replanteo. Sin esto, es probable que vuelvas a caer cometiendo siempre el bien error convirtiéndose así en un círculo vicioso del cual no se sale más. Una victoria por el contrario, no obliga a la reflexión. Sin embargo, es igual de necesaria, ya que se tiene que aprender tanto de las derrotas como de las victorias personales y grupales que surjan en nuestras vidas, para determinar las fortalezas, las debilidades, qué se hizo bien y qué mal.

Ahora teniendo en cuenta esto, no hay que temerle al cambio de dirección. Si bien, siempre es bueno tener convicciones y hacerlas valer, la diferencia esencial está en aquellos que saben retomar el curso de las cosas en el momento indicado. Algunos caminos simplemente no llevan a ninguna parte, o siendo más realistas al menos, no llevan al lugar deseado.

El miedo a cambiar de camino, de tomar nuevas rutas, puede llevar a estancarnos siempre en el mismo lugar, evitando así el progreso individual. Cambiar, probar, equivocarse, volverse a levantar, seguir y aprender forman parte de un conjunto de palabras que sirven como indicadores.

A veces no se requieren cambios radicales, ya que con pequeñas sutilezas se puede conseguir el objetivo. Mientras que en otros casos, lo mejor es realizar alteraciones de 180 grados para lograr el éxito. Sea una, sea la otra, lo importante es que lo tengas dentro de tus posibilidades y no sientas limitaciones a la hora de tomar decisiones que puedan mejorar tu vida.

Quizás tu vida va bien, obtienes resultados y eso es genial. Pero no te olvides de siempre mirar más allá porque siempre habrá algo para mejorar, y no conformarte será siempre un buen propulsor para llegar todavía más lejos.

Mantenerse en constante movimiento, ya que el mundo entero es tu hogar.

lunes, 24 de febrero de 2014

La relatividad de la riqueza

Los tiempos cambian, con él las costumbres, las modas y tendencias. Pero algo siempre fue igual. La busqueda del todo, la necesidad de tener siempre un poco más. Quizás, no sea un concepto malo pensarlo de esa manera, pero cuando hablamos de dinero puede ser una mala combinación.

Y es que las personas, a lo largo de la historia, siempre han buscado (y los que no, al menos lo fantasearon) tener la mayor cantidad de dinero posible. Eso significa una vida de lujos y comodidades. Es que el sistema te lleva a eso, a anhelar ser millonario, o cuanto menos, poder darse algunos gustos sin tener que sufrir a fin de mes por cubrir las necesidades básicas.

Sin embargo, hoy, tanto como ayer, habría que indagar un poco más allá sobre el valor de las cosas. ¿Sería el dinero entonces lo único con valor? ¿o las cosas que compramos con ello? Habría que preguntarle a alguien que lo tenga todo, millones y millones guardados en alguna cuenta bancaria. Habría que preguntarle a alguien que no lo tenga nada, lo puesto y la duda de qué comer esta misma noche. Juntarlos, cara a cara, que se cuenten el uno al otro sobre el valor de las cosas que tienen argumentando desde su pensamiento. ¿Quién lo tendrá todo y quién no tendrá nada?

Dependerá, claro, del caso particular de cada uno. Pero el punto es que justamente ninguno de los dos, partiendo por el hecho de que uno sea millonario y el otro pobre, lo tiene todo o no tiene nada por su propia condición. Dependerá de sus valores, de su crianza y de sus sueños, lo que determinará si lo que enriquece su vida sea algo más que dinero. Algo como una mirada, una sonrisa, un lugar, un momento que te llena para siempre. Y así, ser rico de por vida.

Y ahora pienso, mientras que algunos creen tenerlo todo, yo tengo la suerte de tenerte a vos.

viernes, 21 de febrero de 2014

Tiempo y forma

Es curioso, al menos, como suceden determinadas situaciones en determinados momentos. Sinceramente me cuesta pensar el hecho de que haya un transfondo, un libreto en el que esté escrito el cuando y el como. Pero también tengo que ser realista al ver, entender y analizar, que muchas veces el desencadenamiento de los sucesos surgen en un tiempo y una forma tal que ponen en duda cualquier tipo de escepticismo sobre el destino.

Aunque nos podríamos limitar a decir que las cosas sucedieron así y fin, sin buscarle mucha respuesta al asunto. Pero no me distingo por ser alguien conformista, y le busco variantes, le busco respuestas.
Es increíble como un suceso que a priori parece insignificante, en un lapso breve de tiempo se puede transformar en algo vital, y es ahí cuando pensamos en el hecho de que había un motivo para que todo eso sucediera. Empezamos a indagar en detalle, descubriendo así que hasta el más mínimo detalle formaba parte de un gran rompe cabezas. ¿Y si fue algo intencional? Pero esa pregunta nos lleva inmediatamente a preguntarnos ¿Quién es el interprete de semejante trama? Los creyentes religiosos dirán rápidamente que se trata de su Dios. En mi caso particular, es ahí donde me trabo y paso a la siguiente alternativa ¿Y si sólo es parte de una casualidad?

Concretamente, este es un tema donde no tengo más certezas que dudas. Creo muchas veces en la causalidad, siendo nosotros mismos responsables de lo que nos pasa y nos rodea. Pero no seré necio (esta vez) y admitiré que hay cosas que nos exceden como seres humanos, situaciones que se entrelazan entre sí como una perfecta historia de novela.

¿Entonces?

Habrán algunos que optarán por sentirse guiados por el destino (el cual pudo ser escrito por un Dios o una esencia superior) y habrán otros que consideran que las cosas simplemente pasan porque sí. Yo, en este caso, estaré exactamente en la finita línea que divide ambas posiciones. Al menos por ahora.

Génesis del cambio

En determinadas ocasiones para definir palabras se precisa de su antónimo para entender su concepto. Más aún, hay ocasiones donde las palabras se necesitan la una a la otra para subsistir. Es el caso del bien o del mal, sin la otra ellas no podrían ser materializadas como concepto real. Básicamente, no se podría definir el bien sin que existiera el mal, y viceversa.

Dicho esto, se entiende que el origen de cualquiera de los dos conceptos implica el nacimiento del otro también. A partir de allí, paso a ser un conocimiento tácito que se transfiere culturalmente de qué está bien, de qué está mal. Sin embargo, la complejidad de nuestras vidas, los cambios culturales y los avances de la humanidad provocaron que la ambigüedad destiñera dos conceptos tan extremos, dando un panel de matices entre ambos.

La maldad muto, evoluciono a lo largo de los años haciéndose más fuerte, proporcionalmente a lo que el bien se debilito. Pero el bien sufrió tal destino por el nacimiento de los indiferentes. Aquellos que no son ni buenos, ni malos, ni les importa. No se comprometen, no se involucran, no tienen afinidad por nada ni por nadie que no los incluya, que no los afecte.

La indiferencia es, principalmente, la muerte de la pasión. Muchos llegan al punto de ser indiferentes a sí mismos, a sus deseos y metas. Entonces, ¿Cómo cambiar el mundo si estamos rodeados de maldad e indiferentes?

Una idea puede ser contagiosa y puede transmitirse como un virus, pero debe tener el mismo comportamiento. Un virus nace en un organismo, crece, se fortalece y se transmite. De uno en uno, al contacto. Entonces para generar un cambio, esté nos debe cambiar primero a nosotros. Sintiendo desde el interior que estamos convencidos de lo que representamos, apasionados, y así, de uno en uno, transmitir un cambio.

Ser uno con el cambio, sentirse parte de él.