viernes, 22 de mayo de 2015

La revolución de las mujeres

Ni una menos. Grito de guerra, lamentablemente literal. Como sociedad hemos perdido el rumbo, si es que alguna vez lo tuvimos. Y en este contexto de violencia, locura y desamparo, algunos cuantos injustificables intentan imponer su malicia en el mundo, lo triste es que lo logran. Deberían ser desterrados del planeta, encerrados en la más profunda oscuridad, para que sus propios pensamientos macabros se los devoren lentamente.

La mujer se ha visto menos respecto al hombre en algún punto de la historia universal. Esos tiempos tan atrás han quedado, se hicieron presentes, levantaron su voz y dijeron 'acá estoy'. Pero hoy, se ven, y nos vemos, acorralados bajo un nuevo paradigma del terror. Aquellos intolerantes de la vida, que no soportan la libertad del otro, acorralados bajo su propio odio empezaron a denigrar, atacar, violar... matar. Los casos se repiten, y por muy desquiciado que se oiga, muchos intentaron justificarlos. Que ellas se lo buscaron, que ellas lo provocaron, que ellas suplicaron ser maltratadas, y ahí, en el papel de redentor, aparecen esos hombres imperdonables a darles lo que estaban buscando. La palabra hombre les queda grande. La palabra personas les queda grande.

No hay falda lo suficientemente corta que los habilite a acosar ninguna mujer. No hay escote lo suficientemente pronunciado que les permita manosear la integridad de ninguna chica. No existe pantalón lo suficientemente apretado que les conceda la protestad de sentirse dueño de ninguna niña. Ni acá ni en ningún lugar del mundo.

Entonces, ¿qué quieren justificar?

Ni una menos. Ni una menos que sienta terror al salir a la calle, que sienta pánico de ser blanco de ataques del sexo contrario por sus gustos, vestimenta o personalidad. Ni una menos que sea víctima del complejo de inferioridad de muchos hombres impotentes. Ni una menos que se vea privada de vivir plenamente su vida.

La revolución de las mujeres no va a parar. Son inteligentes, son bellas, pero sobre todo son fuertes. Y no están solas, tienen el apoyo de aquellos que las respetamos, queremos y valoramos; tienen el apoyo de la unión, del ímpetu de no dejarse maltratar; y además, tienen el apoyo del recuerdo de todas esas chicas, que victimas e inocentes, marcaran y guiaran el camino para cambiar la realidad.

Nunca van a poder justificar sus actos. Nunca van a poder convencernos de tolerar esta realidad. Nunca van a obligarnos a aceptar vivir con miedo. Nunca vamos a parar.

Ya no más. Ni una menos.