lunes, 31 de marzo de 2014

Soltar

Hay momentos duros en la vida, uno de ellos es el momento de soltar. Nos aferramos a eso que queremos, porque nos hace sentir diferentes, nos hace vivir de una manera distinta que nos motiva, eso produce una sensación de necesidad, porque es un sentimiento que nos gusta sentir. Nos descoloca, nos nutre, pero nos vuelve dependientes. Y muchas veces, la vida te pone en situaciones donde no te queda otra opción que dejar ir. La tristeza de saber que algo que produce tanto en nosotros, se va. De hecho, se fue. Pero eso no basta, porque mientras sigamos pensando, mientras sigamos recordando, nunca se irá. Y ese es el problema fundamental, hay que soltar.

sábado, 29 de marzo de 2014

Aprendió a vivir

Acaso el Sol brillaba como pocas veces en los últimos años, un cielo claro, una leve y agradable brisa recorría de punta a punta el campo moviendo ligeramente cada una de las hojas de los árboles que se entregaban sin pudor al movimiento involuntario que provocaba la fuerza eólica. Todos salían, no era para menos, a disfrutar de tan bello día.


El pequeño pájaro había nacido hace algunos días. Su nombre era Dim --o Dimmy, como lo llamaba su madre--, y se sentía sumamente atraído por las sensaciones que generaba su entorno. Eso lo motivaba a salir de su nido, agitaba sus alas como si fuera a despegar inmediatamente y recorriera así el mundo entero. Su madre, intentaba contenerlo. Siempre le decía que las cosas tienen un tiempo para llevarse acabo, y que el hecho de apurarse o atrasarse en hacerlo podían estropearlo todo. Dim no entendía a su madre, no tenía sentido esperar para hacer algo tan magnifico como volar.


Dimmy sin darse cuenta estaba siendo estimulado por su madre para que adoptara el movimiento del aleteo de sus alas de manera natural. Él lo veía como un juego pero era mucho más que eso, mientras que su ansiedad por volar aumentaba a cada momento. Tenía absolutamente prohibido intentarlo todavía, según su madre no estaba preparado aún. Pero Dim estaba en desacuerdo y eso lo iba a llevar a cometer un gran error.


La madre había salido a buscar alimento. Era el momento preciso que Dim necesitaba para intentar volar, por primera vez, dejando de lado los estúpidos ejercicios de entrenamiento. Se paro al borde del nido; realmente nunca había prestado atención a lo alto que se encontraba, o será que en situaciones limite el entorno parece agrandarse más de lo debido. Extendió sus alas, y casi sin pensarlo, se dejo caer. Recordó el entrenamiento, incluso tuvo tiempo para pensar en que estaba en su naturaleza volar, nada podía salir mal. Aleteó, tan fuerte y rápido como pudo. A medida que se iba acercando al suelo, cada vez más rápido producto mismo de la gravedad --la cual él desconocía, al menos de manera experimental-- iba aumentando su nerviosismo, ya que no notaba que estuviera volando, de hecho sólo estaba cayendo.

El accidente estremeció a todos en el lugar. Cada animal se acerco para ver al pobre pájaro inconsciente en el pasto. Ese momento fue infinito, en el cual Dim parecía no respirar, siendo el silencio y la desolación la única respuesta posible a tanto dolor. La madre se acerco, casi sin fuerzas. Sintió una corriente de aire helado recorrer todo su cuerpo, sus plumas ya no brillaban con el Sol de media tarde, que en breves segundos iba a ocultarse tras unas nubes que no tardaron en cubrir el lugar. No eran nubes de lluvia, eran nubes de tristeza.

El tiempo paso, y Dim se recupero. Claro que llevo mucho tiempo, él comprendió que estuvo al borde de la nada, la mismísima muerte. También comprendió que su madre tenía razón, ahora lo veía. El accidente no sólo le abrió los ojos, también le lastimo su ala derecha. Ya había pasado más de un año de aquel hecho, y todavía no podía asimilar el costo de su error: nunca iba a poder volar.

La depresión formo parte de la vida de Dim, ya no era curioso como antes, ya no percibía las sensaciones que su entorno le podía brindar, todo se veía más opaco, con diferentes escalas de grises, sin brillo ni emoción. Su madre lo acompaño en cada momento pero el dolor de ver a su hijo sumergido en semejante abismo la fue consumiendo a sí misma como una vela se derrite con el fuego. Había una pregunta que ella no podía contestarle a su hijo, y eso la lastimaba. --¿De qué sirve un pájaro si no puede volar?-- se preguntaba Dim constantemente. El dolor todavía iba a aumentar.


La noche se instalaba más oscura que nunca. Un ruido imperceptible de fondo anticipaba el mal que se asomaba, sin prisa. El viento testigo de aquella noche empezaba a clamar su enojo ante tal injusticia, mientras la Luna angustiada, parecía querer voltearse para no ver lo que estaba a punto de pasar. Los tiempos difíciles, las preocupaciones constantes y la falta de éxito en conseguir una mejoría en su hijo, hicieron que el corazón de la madre de Dim no soportará más. Aquel día, termino por desgarrar a Dimmy. Por segunda vez en su vida se dio cuenta --tarde, nuevamente-- del segundo error más grande que pudo cometer. Desde el accidente se había olvidado de aquellos que lo querían, se había olvidado de su madre, y lo que ellos sufrían al verlo en ese estado de tristeza y desolación. Ya no vivía, sus días eran lamentos y rencores interminables hacia la vida y sus desgracias. Ahora, la soledad, se presentaba firme para dar el último golpe en la vida de Dim y así destruir la única esperanza que le quedaba, el amor de su madre. Estaba solo y sin identidad.

Camino durante días --de hecho, era lo único que podía hacer--.No buscaba respuestas, no buscaba culpables --sabía muy bien su responsabilidad en todo lo que había pasado-- sino que quería tomar una decisión. --¿Qué hago con mi vida?-- se preguntó reiteradamente. Trató de dejar el dolor a un lado, pero no encontraba un buen motivo para vivir. Había perdido su esencia al no poder volar, había perdido al ser que más quería en la vida, no quedaba mucho más en juego.


Hace más de una semana que la lluvia no cesaba. Dim no había parado de caminar, incluso debajo de la tormenta, como esperando a que alguien más tomará por él una decisión que no podía hallar. De golpe un rayo golpeó con fuerza la rama de un árbol. El viento pareció descontrolarse descargando su furia en todo lo que lo rodeaba. Dim pudo verlo a pesar del temporal, él ya tenía los ojos bien abiertos. De aquella rama impactada por el rayo, caía un nido. Se acerco y pudo ver un huevo totalmente empapado. Rápidamente lo recogió y lo llevo hasta un lugar seguro, para resguardarse del temporal. Ese temporal duro 3 días, siempre con la misma intensidad.


Él cuidó del huevo, esperando por el regreso de la madre. No descanso ni un minuto, por primera vez en mucho tiempo había olvidado sus propios problemas por una causa mayor. Luego de 20 días, nadie apareció en búsqueda del huevo. Dim se sintió frustrado, ya que imagino que su madre hubiera vuelto por él. Pero su madre ya no estaba, y pensó que hubiera hecho ella ante tal situación. De pronto, casi como si el tiempo se hubiera detenido unos instantes, el huevo se abrió. Era una pajarita hermosa. Los ojos de Dimmy --después de mucho tiempo-- volvieron a brillar.

Los tiempos mejoraron, incluso el clima se veía mucho más agradable. La primavera afloraba todo a su alrededor, llenando de color nuevamente todo a su paso. Dim estaba feliz, concentrado en un único objetivo, ayudar a su hija. Una hija que la vida puso en frente suyo, dándole ese motivo que tanto busco. Ella ya estaba grande y lista para su primer intento de vuelo. Dim sabia perfectamente todos los entrenamientos que su madre le había indicado anteriormente para aprender a volar. Era el momento de la verdad. Ella se asomo al borde del nido, acompañado de Dim apoyándola a un costado. Se dejo caer, naturalmente extendió sus alas y empezó a volar. Nunca Dim había tenido un momento tan hermoso y especial como aquel.

Su pequeña hija había aprendido a volar, mientras que Dimmy, después de tanto, pudo aprender a vivir. Comprendió, con una sonrisa imposible de borrar, para que algunos puedan volar y cumplir todas sus metas, algunos otros necesitan quedarse en el suelo para apoyarlos y hacerlos crecer más.
 
--¡Te felicito Azul!-- le grito Dim emocionado. Después de todo, era un día feliz. Y sentía que quizás, su madre, podría estar orgulloso de él otra vez. Su madre, quien también se llamaba Azul.



viernes, 28 de marzo de 2014

Busco en vos


Busco la belleza de tu sonrisa, el brillo de tus ojos y la música de tu voz. Busco la verdad de tus palabras, el camino de tus pasos y el silencio que dejan tus pensamientos. Busco en vos porque te creo, en lo que sos y vas a ser. Busco en vos porque lo siento, mucho más de lo que alguna vez imagine. Y ya no imagino una vida sin buscarte, porque en esa busqueda me encuentro como persona, una mejor persona. Pero lo mejor de buscarte, es que al encontrate, te tengo que volver a buscar.

jueves, 27 de marzo de 2014

Mirá

Míralo a él. Tan sonriente, inocente sobre todas las cosas. Es muy chico para entender que está muy cerca de corromperse a sí mismo sólo para sobrevivir. La vida de adulto exige que para triunfar debes pagar un costo elevado. Pero no se complica, no todavía. Eso viene después, las preocupaciones, las reflexiones del qué debería hacer, del qué debería haber hecho o del qué voy hacer. Sólo quiere jugar, sentirse querido, porque pocas veces somos tan perceptivos como cuando somos chicos ya que todo resulta nuevo, interesante, digno de explorar. Es la expresión de la sinceridad. Míralo a él, deseas que nunca cambie, que se quede así para siempre. En cierta medida te reconforta verlo así.

El tiempo pasó, su cara cambió. Es una mezcla extraña de desconfianza a la vida, arrogancia del todo lo puedo y una corriente de rebeldía. No parece un buen coctel a priori, pero se puede deslumbrar en sus ojos de cristal que esconde mucho más, está frágil. Ya no sonríe tanto, y muchas veces lo hace de compromiso, pensando cada vez más en alzar su voz y hacerse escuchar para ya no ser pisoteado por lo que representa la sociedad. Está dando sus primeros pasos a un ser idealista, aunque no lo sepa, hay muchas cosas que ignora, pero están apunto de pasar. Empieza a golpearse, pero no para, sigue adelante como si nada lo tocara. Sin embargo, a pesar de seguir adelante por la inercia misma que caracteriza a los jóvenes de su edad, pero las heridas quedan, quizás sangren después. Sigue siendo perceptivo con su entorno pero se reprime, guarda todo aquello que siente. Aunque cada tanto rebalsen sus emociones, lógicamente, no se pueden encerrar por siempre.

Ahora sí, lo inevitable, la adultez cobro su precio por la supervivencia en un mundo infectado que incluso muchos no pueden soportar. Se mira a sí mismo, y se ve a la distancia, en lo pasado y en lo que podría pasar. Ahora analiza, ahora se preocupa, ahora reflexiona. No quiere asustarse porque sabe que no hay tiempo que perder, las reglas de juego cambiaron, ya no tiene muchas alternativas en un mundo establecido que está en marcha y uno no puede bajarse tan facilmente. Pero es un idealista, esa rebeldía muto y se transformo en pensamiento, en un ideal. Él cree en eso, no es religioso pero en algo tiene que creer, se sostiene y aferra a sus ideales. La vida lo golpeo, vaya si lo sacudió sometiendolo a situaciones limite. Y sin embargo allí está, firme.

Para sorpresa de todos, la vida le dio el mejor regalo del mundo. Pero se lo tuvo que ganar, como pocos. Era un regalo tan increíble, tan especial, que ahora entiende el hecho de haber tenido que luchar por ello. Hasta las últimas consecuencias, entregándose en cuerpo y alma, más allá de lo desgarrador que puede ser el dolor. Ahora lo disfruta, es feliz otra vez.

Mírala a ella. Tan sonriente, inocente sobre todas las cosas. Es la expresión de la sinceridad y el amor en su estado más puro. Míralo a él, como la mira a ella, tan chica, tan llena de vida siendo un verdadero reto no llorar de la alegría, un regalo que le dio la vida pero que él mereció, se lo gano. Él sonríe, pero sonríe a través de ella. Es feliz, a través de ella. Revive su infancia, su sinceridad, el verdadero sentido qué tiene vivir, la simpleza. Sí, todo eso a través de ella, llenándolo aún de más felicidad.

Míralos a los dos, juntos, de la mano, sonriendo, jugando. Él tratándola de guiar en el camino, cuando en realidad ella lo ayuda a caminar todos los días dándole motivos para vivir. Ella lo hizo un mejor hombre, él sólo quiere verla crecer, sólo quiere verla feliz, así de contenta, así de sonriente. A pesar de su edad, ahora son niños los dos.

miércoles, 26 de marzo de 2014

El ser

Cada día, por más que parezca sólo un día, se libra una batalla interna que pasa desapercibida pero que no deja de ser crucial. La pelea entro lo que quiero ser y lo que puedo ser, es momento a momento. Limitaciones personales, físicas, materiales y reales, producen que esta negociación feroz entre el puedo y el quiero sea brutal y despiadada.

Puntualmente, como personas somos un conjunto de quieros recubiertos de todo aquello que podemos. Renovándose continuamente, ya que no siempre queremos lo mismo, mucho menos podemos siempre igual. Siendo así el ser.

martes, 25 de marzo de 2014

Colección de días

Últimamente vengo negativamente cargado, como si una nube negra estuviera por encima siguiendome sin descanso a cada lugar que voy. Una especie de mala onda, sumado a mi mala predisposición debido a las circunstancias de los últimos días, están dando como resultado momentos fatídicos. Una colección de días malos, uno tras otro.

Vengo en una mala racha que se me está haciendo difícil de romper, no me da respiro. Sin embargo, algo que me llamo poderosamente la atención, es que soy un hombre de perder el control facilmente, disgustarme, insultar, creerme un desdichado. Y aunque en verdad me crea uno, porque ya hasta resulta poco creíble esta constante mala suerte, me siento sumamente entero a seguir (cayendo, por lo que parece).

La razón de está entereza en plena lluvia, hoy me parece clara. No es para menos, ya que al cerrar los ojos ahí estas vos, al lado mío. ¡Y si! Con sólo imaginarme disfrutar cuando los días mejoren, y que seguro llegarán, vamos a estar riéndonos como si nada. Si total, todo pasa, excepto mis infinitas ganas de quererte.

jueves, 20 de marzo de 2014

La transformación

Transformar los sentimientos en algo tangible, y más allá del producto que puede ser bueno, malo, regular, lo que importa es el mero proceso de transformación, de transcribir esas sensaciones, siendo esa es la verdadera recompensa. Después, como si fuera poco, ese material se puede compartir para que otros lo puedan disfrutar, y en el mejor de los casos puedan sentir esos mismos sentimientos que quisiste brindar. Y es ahí, donde se vuelve a producir una transformación, pero esta vez a la inversa, convirtiéndose nuevamente en sentimiento de alguien más.

Dejarse

¿Me encontraba dormido o sólo padecía de los efectos de la anestesia que provocan los golpes duros, esos que sacuden con fuerza? No saber cuánto tiempo pasó, confortado en el rústico suelo de la vida. La inercia me invitaba, de manera indeclinable, a continuar el camino como si fuera un automáta. Y ahora siento, ¿hay que pensar?

El viento no sólo susurra verdades que arrastra a lo largo y ancho del mundo, trae consigo mismo una fuerza que se vale por si misma. Y como las hojas en invierno, tendrás siempre la opción de sumergirte en su vorágine. ¿Será la locura suficiente para atreverse a viajar sin destino?

Dentro de la verdadera naturaleza, aquella que nos atrapa y nos define como somos, que nos cambia, nos pone a prueba, nos motiva a movernos; se podría estudiar el arte de las relaciones humanas, que bien podrían ser consideradas arte, por su belleza, su complejidad, disfrutando así de las infinitas combinaciones que se pueden producir.

Quiero explorar el mundo y la naturaleza, aquella que tiene un lado salvaje. Pero no voy a olvidarme de su arte, no voy a aislarme. No me conformaré con perderme en los lugares más maravillosos del mundo completamente solo, me quiero perder en vos. Me dejaré caer en esa brisa que puede transformarse en huracán.

La pasión

Si pudiera encontrarle una explicación lógica al comportamiento de una pasión renunciaría por completo a considerarme un fiel soldado de sus filas. Quizás me caracterice por cubrir de un manto racional a todo lo que me rodea, pero no esta vez. Hay cosas que se explican a sí mismas, que para entenderlas hay que vivirlas.

Sino que explicación tendría sacrificarse física y mentalmente, dejarlo todo con el único objetivo de salir victorioso finalizados los 90 minutos. Sentir que sos parte, que podes cambiarlo todo en cada jugada. Que el esfuerzo hecho durante toda la semana, trabajo y sacrificio, cada gota de sudor derramada exponiendo al cuerpo a la máxima exigencia para superarte y dar siempre un poco más. Porque cuando te derriban, te levantas. No importa el dolor, no importa el cansancio. Es el momento donde el mundo queda a un lado, nada más importa. Sufrir de acuerdo al resultado, ser feliz cuando todo sale bien, sentirse más vivo que nunca.

Durante mucho tiempo no me sentí vivo, porque para vivir no alcanza con respirar. Hay que jugarsela, dejarlo todo y más. Ahora vivo de nuevo y no pienso dejarlo pasar.