lunes, 29 de febrero de 2016

La etiquetación de las cosas

Hay cosas que nos dejan en clara evidencia, de cómo somos, de qué pensamos y de qué hacemos. Nos exponen en nuestras miserias, nuestras incoherencias y debilidades. La naturaleza humana, la misma que se ve condicionada, pero que mantiene un hilo a lo largo de la historia que nos separa de los demás seres vivos. A pesar de empeñarnos en volver a nuestras raíces más primitivas sucumbiendo ante los instintos más agresivos y salvajes. En ese caso, ¿Perdemos la humanidad o volvemos a nuestro origen animal? ¿Ambas? O será oportuno pensar, que el ser humano no es más que un animal evolucionado, pero animal en fin.

De todas maneras, no hay dudas que hemos evolucionado de manera tan compleja, que tuvimos que incursionar en el estudio profundo del comportamiento humano y sus patrones. Imaginando que sea posible homologar y catalogar los diferentes comportamientos de las personas como se intenta hacer, sea acertada o no su practica, sabemos que hay cosas que permanecen en nuestro interior, muy probablemente el interior de todos. Tal vez, como el famoso instinto de supervivencia de los animales, el cual heredamos de manera transitiva, hayan puntos en común entre todos nosotros. O al menos, entre un grupo de nosotros, dando lugar así a la clasificación de las masas.

Los violentos, los mentirosos, los idiotas, los asesinos. Quizás, características negativas pero al fin de cuentas sirven como ejemplo de, que en cada grupo, pueden encontrarse similitudes en el accionar o raciocinio de sus integrantes, los cuales fueron o serán asignados a tal grupo después de elaboradas técnicas de observación psicológica que determinaron que sí actúas de determinada manera, vas a ser considerado socialmente de esta otra. Puede resultar condenatorio dependiendo en qué grupo, o sub-grupo, te encuentres. La sociología metió también sus narices en la definición de las masas, sirviéndose de herramienta útil para la clasificación, donde pertenecer ya te convierte en ser. No resulta extraño ya que, en resumidas cuentas, todo analisis parte de una misma idea y necesidad de segmentación y, sobre todo, la etiquetación de las cosas. Y no olvidar, claro, el pacto social que define lo bueno y lo malo, donde también, nos ponemos de un lado o del otro. Hilando fino, podríamos pensar que podemos estar en ambos lados al mismo tiempo, complicando así cualquier tipo de definición unívoca. 



jueves, 4 de febrero de 2016

Simple ilusión

A veces, me alcanza con creer ver que te veo al otro lado del cristal. Ese cristal que separa lo real de lo irreal, que de tan fino y transparente, la luz atraviesa de un lado a otro de los mundos convirtiéndolo todo en un posible, un quizás.

A veces, siento que te siento a pesar que no estés acá. Y como un sueño que a pesar de ser un sueño no deja de conmovernos igual, me conmociono con tu no presencia tal como si fueras real, como si estuvieras parada de este lado, el lado verdadero, el que se repite día tras día. Y sos tan real, como la imagen tuya idealizada en el mundo surreal. Esa que me pertenece absolutamente, porque es una proyección mía y de nadie más.

Y a veces, sólo a veces, creo alcanzar ser lo que pretendo ser como una simple ilusión que, a pesar de saberme distinto, me alcanza para imaginarme algo más. Un presente distinto, un amanecer más brillante oculto tras las nubes. Como si fuera suficiente. El viajar mentalmente de un extremo al otro, como quien viaja en una máquina del tiempo al pasado. No deja de ser una simple ilusión, pero que se percibe como suficiente, como algo que se puede materializar; aunque nobleza obliga a decirlo, por lo general no lo haga.

A pesar de todo perjuicio que una ilusión, que más pueda ser considerada como un delirio mágico o una cruda imaginación, pueda tener hasta en las mentes más entrenadas y brillantes, lo considero como una alternativa viable de ver ese rayo de sol en medio de la tormenta. Y no es una puerta de salida, un escape perfecto. Sino más bien un descanso, un breve respiro bajo la intensa presión de un océano tratando de ahogarnos en cada momento.