jueves, 30 de julio de 2015

Ella (Parte II)


El tiempo suele ser un gran intérprete de momentos, y es por eso, quizás, que se pueda explicar que haya momentos que parezcan más extensos que otros, más allá que se traten de intervalos iguales. Como si el tiempo, pudiera controlar la velocidad en que las agujas del reloj se transportan a través del espacio, creando una dimensión casi paralela. Esa noche, en esa habitación, el tiempo también fue participe, colaborando en hacer eterno un momento finito. El ambiente se espesó abruptamente y las partículas parecían distinguirse sin necesidad de microscopio. Los detalles se volvían importantes, una vez más.

Su mirada se llenó de incertidumbre y angustia. Estaba sola, pero no era ese el origen de su angustia. Más bien fue el entender, que si algo llegará a pasar, no tenía nada que perder. Ese sentimiento cargado de vacío y soledad, como si un fantasma se hubiera apoderado de su cuerpo y su mente. Quizás una fatalidad le diera un sentido, aunque eso significará su fin. Tuvo tiempo para plantearse incluso, en tal caso, si un fin no termina siendo un nuevo comienzo. Renacer, como el ave fénix.

—Detente —soltó casi suplicando una voz detrás de la puerta —. Tus pensamientos se clavan como flechas en mí. Te podría decir que hasta me lastiman, estoy aturdido.

Se mantuvo en silencio, simplemente parada por unos momentos. Intento no pensar, aunque solo se contuvo unos instantes. Sin embargo, una certeza empezaba a florecer dentro suyo; sabía que a partir de ahora su vida ya no sería igual...