viernes, 29 de agosto de 2014

No soltar

Puede considerarse un defecto imperdonable o una bendición milagrosa. Aferrarse a las cosas como a la vida misma, no soltarlas casi por instinto hasta las últimas consecuencias. Apasionarse hasta los huesos. Jugarlo el todo por el todo, no resignarlo nada, no aceptar ni un paso atrás. Querer abarcarlo todo, aunque eso mismo implique la nada. Ser bueno en casi todo para terminar siendo especialista en casi nada. Una cruz que cargar, todos cargamos una. Hundirse a tu manera será una opción válida de desvanecerse con altura, o terminará siendo un capricho que te sentenciará a permanecer siempre en el anónimato de la búrbuja de tus intenciones. Pero si es una convicción, desde lo más profundo y remoto de tus sentimientos, al menos vale más que someterme al cambio de tu propia esencia.

martes, 5 de agosto de 2014

Entrelazando desenlaces

Por tanto hemos pasado, padecimos los momentos que pasaron y aquellos que pudieron pasar. Los sufrimos y disfrutamos ambos por igual. 

Quién sabe si incluso, nuestras vidas sean completamente diferentes en realidades alternativas, sintiendo también la carga de lidiar con eso. 

Mi vida y la tuya se alteran constantemente, se bifurcan y disparan hacia otros puntos. Sin predicción, sin certezas. Nos cruzamos mil veces, nos distanciamos mil más. Mientras que el subconsciente elabora distintos escenarios, todos ellos igual de posibles, todos ellos a la misma vez.

Irónicamente, perdí la cronología en el tiempo, entre tantos posibles que no fueron y improbables que ocurrieron, dejé olvidada la constancia de los hechos en algún rincón de la memoria, confundiéndose así con las fantasías y los sueños que alguna vez imaginé. 

Ya no sé que fue real, ni si el fin fue realmente el final. Tantas idas y venidas, tantos tira y afloje. Armamos y desarmamos tantas veces la misma estructura que desgastada de intentar fue cada vez más complicado de aguantar. Fuimos apenas un punto en la línea de nuestras vidas, repetidos y constantes, quizás. 

Sin embargo al disociar, siempre queda la alternativa latente de volvernos a encontrar, pero sobre todo la de no enlazarnos nunca más. Y si el final no es el final, es simplemente un nuevo comienzo por comenzar, internamente quedará la ilusión intacta de que todo pueda pasar.