miércoles, 26 de agosto de 2015

El espacio después de la coma

El misterio de lo que puede venir; el futuro inmediato, irremediable, inminente. No negocia, simplemente se impone arrastrando el presente a su paso. 

No espera a que estés listo, ¿Para qué lo haría? Dispone de la suficiente autoridad para hundirte en su cinismo, porque sabe bien que su llegada implica su muerte. 

Muere y se transforma en presente. Pero murió como tal, como futuro inminente; dando paso así a que un nuevo futuro arribe con la misma fuerza y locura que el anterior. 

Quedan secuelas, como el desastre que produce una bomba al explotar, fulminante y letal como un rayo. Porque el futuro nos explota en la cara y se vuelve presente. Pero trae consigo algo más demoledor que su presencia: la mismísima duda, porque otra vez, se instala el recelo de lo que puede llegar a venir. 

Si fuéramos un libro, el futuro sería lo que viene inmediatamente al espacio después de la coma. La coma, esa que implica una breve pausa ante lo que indudablemente está por venir y lo que acaba de pasar. Un pequeño espacio que se desarrolla entre lo pasado y lo futuro. Un espacio-tiempo llamado presente. Y nosotros somos ese espacio, somos presente, aguardando ser alterados una y otra vez, sometidos a la angustia constante de la incertidumbre.

martes, 18 de agosto de 2015

La sincera verdad

Por momentos tengo tantas cosas que decir que no termino diciendo ninguna. Y es que a veces no hace faltar hablar para decir lo que se siente en el aire. En un mundo infectado por tantas mentiras y falsedades, la sincera verdad permanece en silencio. Pero se respira en el ambiente, se hace presente hasta en lo más intimo de tus huesos. Porque lo puro no necesita de marketing ni propaganda, se vale por sí mismo, incluso, trasciende las barreras de las palabras.

Lo tuyo, lo mío, lo nuestro, es parte de eso. Formamos parte de un todo que se expande más allá de la lingüística y las señales, rompemos con el mito de ir a la par de las convenciones sociales y las nuevas tendencias culturales. Porque el amor también se deforma con la moda, no es nuestro caso. Y somos complices en esto, lo entendimos así, lo vivimos así, de manera natural.

Pero no siempre lo supe así, desde que llegaste lo entendí. Hace tiempo, atrás, la semilla que plantamos en aquellos días hoy es un árbol que no para de crecer. Y es algo que nunca te dije, como otras tantas cosas. Soy un convencido que, todavía no existen las palabras necesarias para describir con estricta precisión algunos sentimientos que me nacen a tu lado. Como el iceberg que duerme debajo del océano, alguien dijo alguna vez que lo esencial es invisible a los ojos, pero nunca al sentimiento. Están ahí, a veces en silencio, porque así es la sincera verdad.


martes, 11 de agosto de 2015

La derrota

Morder el polvo de la derrota, de vez en cuando, es un cable a tierra que nos devuelve la cordura. Sin embargo, el acostumbrarse a permanecer en el piso puede ser una enfermedad difícil de superar. La derrota sólo sirve si eso nos obliga a levantarnos. A veces, por obligación, otras por voluntad, tantas más por orgullo. El problema es, que al caer, inevitablemente nos golpeamos. Y la sucesión de golpes puede ocasionar no sólo la debilitación del cuerpo y la voluntad, la perdida de esperanza y la fe. El caernos sistemáticamente implica la desolación de perdernos dentro del fracaso y abrazarnos a él. Como si ese fuera el único resultado posible, nuestro destino final.

La derrota, sin embargo, es compañera. Está ahí, latente. Si la dejas entrar a tu vida, se instalará en ella haciéndote complicada la tarea de la autosuperación y el bienestar. No te dejará, no al menos sin dar batalla. No estarás solo porque siempre te veras enredado en ese sentimiento de frustración, de impotencia, de no saberte capaz de, cuanto menos, intentarlo una vez más.

A la derrota hay que hacerle frente, asumirla y superarla. De lo contrario no habrá servido de nada el padecimiento, dejándonos a merced del abismo perpetuo de la agonía. Porque es muy perjudicial desconocer lo inevitable, ya que al menos en la intimidad debemos sincerarnos con nuestra realidad. Sólo así, se convertirá en experiencia para un futuro diferente y dejará entrar, como un rayo de sol por la ventana, un haz de esperanza.

Y si tiene que doler, que duela. Pero nos vamos a levantar.

jueves, 30 de julio de 2015

Ella (Parte II)


El tiempo suele ser un gran intérprete de momentos, y es por eso, quizás, que se pueda explicar que haya momentos que parezcan más extensos que otros, más allá que se traten de intervalos iguales. Como si el tiempo, pudiera controlar la velocidad en que las agujas del reloj se transportan a través del espacio, creando una dimensión casi paralela. Esa noche, en esa habitación, el tiempo también fue participe, colaborando en hacer eterno un momento finito. El ambiente se espesó abruptamente y las partículas parecían distinguirse sin necesidad de microscopio. Los detalles se volvían importantes, una vez más.

Su mirada se llenó de incertidumbre y angustia. Estaba sola, pero no era ese el origen de su angustia. Más bien fue el entender, que si algo llegará a pasar, no tenía nada que perder. Ese sentimiento cargado de vacío y soledad, como si un fantasma se hubiera apoderado de su cuerpo y su mente. Quizás una fatalidad le diera un sentido, aunque eso significará su fin. Tuvo tiempo para plantearse incluso, en tal caso, si un fin no termina siendo un nuevo comienzo. Renacer, como el ave fénix.

—Detente —soltó casi suplicando una voz detrás de la puerta —. Tus pensamientos se clavan como flechas en mí. Te podría decir que hasta me lastiman, estoy aturdido.

Se mantuvo en silencio, simplemente parada por unos momentos. Intento no pensar, aunque solo se contuvo unos instantes. Sin embargo, una certeza empezaba a florecer dentro suyo; sabía que a partir de ahora su vida ya no sería igual...


miércoles, 22 de julio de 2015

Inmortalizando ideales

Es realmente llamativo como se pueden dar las cosas. Hace algún tiempo, varios años a decir verdad, me cruce con un muchacho el cual, para ser brutalmente honestos, no causo un gran impacto en mi vida. Era una persona visiblemente alegre, el cual tenia una facilidad para hacer amistades admirable. Poseía de un carisma particular y una imagen notablemente desprolija.

Compartimos algunos momentos, breves y esporádicos, más por casualidad que por otra cosa. Se lo notaba un gran joven; sin embargo, yo no atravesaba por un momento personal adecuado para valorar ciertas cualidades humanas. Pasaron los años y no fue más que un recuerdo archivado en algún rincón de la memoria, no más que su nombre y algunos recuerdos fugaces, los cuales son tan borrosos que es difícil establecer la veracidad de los mismos. Es particularmente curioso como alguien sumergido prácticamente en el mismísimo olvido pueda alterar el curso de tu vida.

No hable más con aquel muchacho, lo cierto es que nuestra actualidad nos permite saberlo casi todo de personas que casi no conocemos. Y así fue. Supe que se había mudado, lejos de la cuidad, que se había establecido en uno de esos lugares los cuales uno se va de vacaciones y piensa en voz alta "Lo dejo todo y me vengo a vivir acá".  Sierras, aire puro y buena gente. También supe que estaba disfrutando de su vida, a través de una de sus pasiones como lo era la música. Las fotos que podías ver de él, eran un reflejo fiel de esto que les estoy contando. Uno puede ocultar la tristeza, pero lo que nunca se puede ocultar es la alegría de vivir. Y créanme, que se sentía más vivo que nunca.

Pero todo de golpe puede cambiar, siendo llamativo como se pueden dar las cosas. Una noticia inesperada hizo temblar cada uno de mis pensamientos. Otra vez, este mundo post modernista me permitió enterarme al instante de una noticia trágica, la muerte de este joven muchacho. No tenía más de 21 años, una vida por delante. Fue una de esas muertes totalmente inesperadas, esas que no son por una mala salud, ni producto de algún hecho relacionado a la inseguridad que atraviesa el país. Son esas muertes que te obligan a reflexionar, te sientan y te enmudecen. Supe que había tenido un accidente en un río y que habría muerto ahogado.

Es realmente increíble, como una persona que se fue a vivir su vida justo como quería, le sucedan este tipo de fatalidades, casi como si la vida te pudiera castigar por ser tan noble con tus más profundos deseos. Como si aquellos que se animan a dejarlo todo por hacer realidad sus sueños, tuvieran que pagar el precio con sus propias vidas. Y más aún, ver a todos aquellos que lo conocieron, hablar tan sinceramente de lo que represento en sus vidas. Todos coincidiendo en este estilo de vida noble y alegre, el cual supo llevar.

No pude evitar pensar en mí. Soy una pelea constante entre lo que soy y lo que quiero ser. Entre la vida que quiero y la vida que llevo. Hay una parte de mí que quiere algo más, que busca aventura y movimiento, que no acepta resignarse a vivir una rutina vacía. Y de golpe esta noticia que te deja pensando. Hay que salir a vivir con el riesgo inminente de desvanecerte en el camino, o es preferible conformarte con una vida programable bajo el mismo riesgo, pero con la diferencia claro, de no haber intentado algo más.

Entonces fue cuando lo entendí. Si existiese la posibilidad de elegir alguna manera de morir, creo que sin ninguna duda decidiría que fuera después de habérmela jugado por todo eso que quería. Prefiriendo vivir sólo un instante disfrutando de aquellas cosas que valen la pena, a vivir toda una vida padeciendo todo eso que uno detesta. Y así, con una sonrisa que llena el alma, poder dejar algo todavía más valioso que un recuerdo. Inmortalizando ideales.

Gracias por ese gran legado.

viernes, 10 de julio de 2015

Una de valientes

¿Qué significa ser valiente en el mundo real? No hablemos, por favor, de aquello que interpretamos facilmente como definición producto de aquellas historias heroicas relatadas desde la ficción, con la idealización de super hombres, situaciones extremas y la salvación del mundo.

Existen los héroes, absolutamente. Sólo que no de la manera en que los imaginamos después de tantas películas y libros tan arraigados en nosotros. Ahora, alejándonos del plano ficticio, se puede ser valiente. O acaso una mujer joven que se ve ante la adversidad de criar a un hijo sola, ¿no es valiente? Acaso un pibe que vive en un barrio de recursos precarios que se anima a romper con los prejuicios e intenta ir en busqueda de un futuro profesional, ¿no es valiente?

Para ser valiente se tienen que dar ciertas particularidades externas. Se tiene que dar una situación adversa, que motive a realizar eso que nadie espera, ir en busqueda de un cambio o un logro complicado, difícil. Será animarse a más,será plantarse ante el miedo, romper con la quietud y hacer. Sobre todo hacer.

Puede ser decir eso que nadie dice. Animarse a buscar eso que te dijeron que nunca vas a poder lograr. Sonreirle a la dificultad. No darse por vencido aunque ya no queden fuerzas. Sacrificarlo todo por una sola cosa. Cuestionar lo incuestionable. Pensar, a veces pensar por uno mismo resulta tan valiente. Porque en definitiva, es más fácil dejar que alguien más tome las decisiones, aunque esas decisiones sean las de tu propia vida. Pero existen esos valientes que dicen no. Y caminan para adelante, a pesar de las consecuencias. Porque es verdad que ser valiente no es sencillo, pero si ellos no existieran el mundo perdería parte del brillo de la humanidad.

jueves, 18 de junio de 2015

La amistad cotiza en bolsa

En la vida pasan cosas. Pasan. A veces pasan de largo, otras veces pasan y se quedan para siempre. Y los valores terminan siendo tan relativos en un mundo donde un pequeño pedazo de papel termina siendo más importante que cualquier otra cosa en la vida.

Pensando un poco más, si la amistad fuera una empresa que decide publicar sus acciones en la bolsa de valores de NY. Y si partimos de esa idea, ¿cuánto valdría la amistad? ¿cuánto debería cotizar? La amistad realmente cotiza en bolsa. Mientras los tiempos corren, como dijimos pasan, cambian, pero hay cosas que deberían permanecer por siempre. El valor de la amistad, el encuentro, el poder ser sin la necesidad de ocultarse, el disfrute desmedido y una dosis de todo aquello que te hace bien.

Terminan siendo pocos los que entienden el verdadero significado de la amistad, de aquel que está a tu lado, ni adelante ni atrás. Que permanece ahí. Permanece a pesar de la distancia, a pesar de los conflictos, a pesar del tiempo, a pesar del triunfo que suele nublar la vista. Un amigo será aquel que estará en cualquier lugar del planeta, pero siempre tendrás un lugar en él. Y es un lugar que no tiene medición, no se puede cuantificar. Es por eso que la amistad, como tal, no se puede medir, no se puede cotizar. No tiene precio.

Y cuando veo personas que desprecian una amistad, no puedo dejar de pensar en el error que están cometiendo. Uno puede vivir la vida de muchas maneras, y si bien, cada una de ellas es distinta y absolutamente respetable, hay cosas de las cuales ningún ser humano debería privarse. Como el amor, el viajar y la amistad. Cuánto más ames, más viajes y más amistad tengas, mejor. Y cuando digo más, no me refiero a cantidad, sino a intensidad.

martes, 2 de junio de 2015

Trascender

Hay ciertas cosas que se llevan eternamente impregnadas dentro del ser. Como un tatuaje que queda debajo de la piel, oculto pero presente. Una bandera que como estandarte flamea a través del paso del tiempo y la historia. Cimientos de recuerdos sólidos que echaron raíces en tierra árida, que se repiten y multiplican en pensamientos o sueños, bifurcandose, transformándose en algo más. Un idealismo natural.

Trascender.

No hay requisito excluyente para transcender. Puede ser una persona, un lugar, un momento, un objeto, una acción, un tal vez. Una semilla que cayó, y mediante el riego de la imaginación, crece una historia tan posible como irreal. Una carta, una canción. Un abrazo, un beso, una relación que pudo ser más de lo que realmente fue. Ese vació tan presente que llena nuestros pensamientos.

Otra vez, no hay condiciones para transcender. El tiempo es participe alterno, y para transcender, no se necesita ser correspondido. Va más allá de la razón, mucho más profundo que el corazón. No se puede buscar lo invisible, como tampoco se puede ubicar con precisión algo que se expande por todos lados.

Trascender. Trascender es volver repetidas veces como espasmos sin importar el paso del tiempo. Es convulsionar y degradar hasta la más dura roca. Es volver visible todo aquello que no vemos de nosotros mismos. Es recordar porque somos lo que somos, porque hacemos lo que hacemos y porque sentimos lo que sentimos. Traspasar épocas, estilos, resistir en el aire sin tocar el suelo. Es que pasen las cosas, pero eso siempre va a quedar. Llevarlo con vos a todos lados, en todo momento, que ni borrando todos lo recuerdos ni quemando la memoria puedan hacerlo a un lado.

Son cosas que no se buscan, pasan. A veces no tienen motivos estrictos, ni razones aparentes. Y en el misterio radica la magia de transcender.

viernes, 22 de mayo de 2015

La revolución de las mujeres

Ni una menos. Grito de guerra, lamentablemente literal. Como sociedad hemos perdido el rumbo, si es que alguna vez lo tuvimos. Y en este contexto de violencia, locura y desamparo, algunos cuantos injustificables intentan imponer su malicia en el mundo, lo triste es que lo logran. Deberían ser desterrados del planeta, encerrados en la más profunda oscuridad, para que sus propios pensamientos macabros se los devoren lentamente.

La mujer se ha visto menos respecto al hombre en algún punto de la historia universal. Esos tiempos tan atrás han quedado, se hicieron presentes, levantaron su voz y dijeron 'acá estoy'. Pero hoy, se ven, y nos vemos, acorralados bajo un nuevo paradigma del terror. Aquellos intolerantes de la vida, que no soportan la libertad del otro, acorralados bajo su propio odio empezaron a denigrar, atacar, violar... matar. Los casos se repiten, y por muy desquiciado que se oiga, muchos intentaron justificarlos. Que ellas se lo buscaron, que ellas lo provocaron, que ellas suplicaron ser maltratadas, y ahí, en el papel de redentor, aparecen esos hombres imperdonables a darles lo que estaban buscando. La palabra hombre les queda grande. La palabra personas les queda grande.

No hay falda lo suficientemente corta que los habilite a acosar ninguna mujer. No hay escote lo suficientemente pronunciado que les permita manosear la integridad de ninguna chica. No existe pantalón lo suficientemente apretado que les conceda la protestad de sentirse dueño de ninguna niña. Ni acá ni en ningún lugar del mundo.

Entonces, ¿qué quieren justificar?

Ni una menos. Ni una menos que sienta terror al salir a la calle, que sienta pánico de ser blanco de ataques del sexo contrario por sus gustos, vestimenta o personalidad. Ni una menos que sea víctima del complejo de inferioridad de muchos hombres impotentes. Ni una menos que se vea privada de vivir plenamente su vida.

La revolución de las mujeres no va a parar. Son inteligentes, son bellas, pero sobre todo son fuertes. Y no están solas, tienen el apoyo de aquellos que las respetamos, queremos y valoramos; tienen el apoyo de la unión, del ímpetu de no dejarse maltratar; y además, tienen el apoyo del recuerdo de todas esas chicas, que victimas e inocentes, marcaran y guiaran el camino para cambiar la realidad.

Nunca van a poder justificar sus actos. Nunca van a poder convencernos de tolerar esta realidad. Nunca van a obligarnos a aceptar vivir con miedo. Nunca vamos a parar.

Ya no más. Ni una menos.

martes, 14 de abril de 2015

Ella (Parte I)

La noche permanece silenciosa y expectante, como si esperará consiente aquello que resultaba ineludible. La luna era una participe necesaria y fundamental, que mezclándose junto con el brillo de las estrellas en la inmensidad del espacio lograban que aquellas noches fueran perfectas, como esta. Una brisa que acariciaba suavemente la piel se escurría como si quisiera barrer sutilmente todas las malas experiencias, dándole lugar a que las cosas buenas llegasen.

Ella miró por la ventana, prácticamente buscando alguna mirada de complicidad del destino. Las hojas de los árboles consentían el pedido de la joven con un suave movimiento de sus ramas evidenciando así la conexión del entorno natural. Se recostó lentamente sobre la cama perfectamente desordenada. De alguna manera, todo parecía armado con demasiada cautela y dedicación, como las las velas iluminando tenuemente aquella habitación, permitiendo así que la luz reflejada de la Luna pudiera fusionarse con el ambiente.

Casi por instinto, y otro poco por cautela, estremeció su cuerpo al escuchar un estruendo parecido a la caída de un rayo. Luego, un golpe seco y terminante. No había lluvia ni relámpagos a la vista. Erróneamente, miró hacia la puerta entre abierta que permitía ver el pasillo. No vio nada, no debería ver nada, un poco por las oscuridad latente instalada fuera de su cuarto y otro poco gracias a la luz tímidas de aquellas velas que no llegaban a alumbrar mucho más que una pequeña dimensión del ambiente. Se paró rápidamente, posó frente aquella puerta y sintió como el miedo ante lo desconocido le recorrió gran parte de su cuerpo, dejándola inmóvil por unos instantes. Eran la 1 a.m. y vivía sola.  Sus 25 años, su profesión marcada por la rutina de oficina y su amor incondicional por el arte y la literatura, hacían de esa casa, su lugar en el mundo. Una casa inmensa para la soledad de su alma. Un parque de dimensiones envidiables la separaban de todo tipo de contacto humano. Típica casa de añares, con facciones que delataban su antigüedad, pero increíblemente moderna y ordenada por dentro. Un barrio tranquilo, seguro, ideal para aquellos que sólo buscan encontrarse y vivir. Entonces, no había razón para temer; sin embargo, estaba a punto de entender que las sorpresas llegan justo cuando pensamos que no hay nada que esperar. Y para descubrirlo, sólo tuvo que voltear hacia la ventana para ser participe lo que estaba a punto de pasar...

miércoles, 18 de marzo de 2015

Pequeñas ausencias, grandes vacíos

Hace mucho tiempo que no me enfrento a tu ausencia. Aquellos tiempos, duros y tristes, quedaron definitivamente en el pasado. Hoy me encuentro ante una pequeña ausencia, se que muy pronto estarás otra vez acá, volteando todo de cabeza nuevamente. Pero gracias a esta calma que quedó, llego a descubrir todos esos detalles que hacen que cuando no estas, el vacío sea infinitamente grande.

Cosas simples como el sonido de tu risa, la luz de tu mirada y la belleza de tus palabras. Los juegos eternos que nunca paran. La dinámica intensa que propone tu presencia me obliga a mantenerme en constante movimiento; y aunque luego necesito un descanso, creeme que no imagino la vida de otra manera. De repente recuerdo cosas tuyas, imprevistas y hermosas, entendiendo aún más todo eso que significas para mí.

Tenes esa chispa que enciende mis ganas de vivir. Sea acá, o a kilómetros de distancia.

lunes, 16 de marzo de 2015

La transición

Hola. Es la primera vez en mi historia que comienzo saludando al escribir. Y es que siento prácticamente como si estuviera hablando cara a cara con vos, que estas leyendo esto. No te conozco, o quizás sí. Probablemente a la distancia, tengamos muchas cosas en común, hayamos pasado por cosas similares y hasta incluso, casi de una manera cósmica, hayamos compartido sensaciones a través del aire.

Lo que tengo enfrente de mis ojos hoy, es algo totalmente distinto, y es por eso que quizás merecía ser contado de una manera particular, ¿Sabes? Estoy parado en ese momento clave de la vida, que los tenemos todos, claro. Me veo distinto, extraño. Pero no de una manera anómala, sino perfectamente normal. ¿A qué me refiero? A crecer.

Me dí cuenta, de que realmente estoy creciendo. Y no de la manera en la que todos nos solemos dar cuenta de eso, al mirar el frío y distante número de nuestra edad. O al ver las pesadas cargas de las responsabilidades y obligaciones que marcarían una vida adulta. Me veo grande, más allá de lo que dice el espejo en la comparación inmediata ante una foto de años atrás. Me siento grande, en las decisiones que tomo, en la manera que analizo las cosas, en las prioridades que rescato, en la postura ante las contingencias. Ante todo. Pero sobre todo, ante este preciso análisis. Cual paciente bajo anestesia, que esta lo suficientemente consiente para notar que esta siendo operado, pero no dispone de los medios como para hacer movimiento alguno. Soy consiente del cambio, de la transición interna que transito, pero no puedo hacer nada al respecto.

Mientras que hay otra parte de mí, tan profunda y tan mía, que sí se rebela frente al paso del tiempo, la experiencia de las cosas vividas y la sabiduría. Aquella parte que siempre querrá ser un niño, que no entiende las razones de una situación que, pareciera no tener mucha razón. Y por momentos logra ganar la batalla, permitiéndome ser, aunque sea por momentos, un chico más. No se da por vencido, y entre nosotros, espero que nunca lo haga. Sirviéndome una y otra vez de los valores y principios, que sin darse cuenta, llevan como estandarte todos y cada uno de los infantes.

En un mundo donde nos acostumbramos a vivir lo que nos toca, sin preguntar si existe algo mejor, no deberíamos perder nunca aquellas cosas a las que vale la pena aferrarse para no soltarlas más.

Gracias, otra vez, por haber pasado por acá. Nos volveremos a cruzar seguramente en algún otro párrafo.


miércoles, 11 de febrero de 2015

Armarse

Nacemos sumamente desprotegidos, vulnerables; seremos una de las especies más dependientes en nuestros primeros años de vida. Desarrollamos a través del paso del tiempo un instinto de conservación, de supervivencia. Se trata de sobrevivir. Muchas veces, en el afán de resistir, nos volvemos extremistas, inclusive podemos llegar a transformarnos en personas crueles y despiadadas. Aquel que prioriza el bienestar general sobre los intereses personales, puede verse debilitado en su condición de preservación.

Al crecer, uno de los grandes desafíos termina siendo el arte de decidir. Resulta un arte, llena de matices, de dudas, grises de tragedias, tintes coloridos de alegría. No es fácil, elegir un camino implica perderse otro.Y pensándolo a gran escala, nuestra existencia afecta directamente la de aquellos que nos rodean. Somos responsables inocentemente de nuestro propio destino y de aquellos que nos rodean.

Vivir sólo cuesta la vida, es verdad. Pero también nos cuesta la de los demás. Nos veremos rodeados de incertidumbre, de indecisión. Nos cruzaremos cara a cara con la locura, el desprecio y el dolor. Será momento para afianzarnos como personas, pero sobre todo definirnos desde la esencia misma y profunda. Formamos nuestra propia alma, porque a veces resulta lógico pensar que existan cosas que no tengan lógica. Deberemos armarnos frente a la adversidad que nos propondrá la vida. Armarnos de valor, porque siempre resultará más difícil hacer lo correcto, sintiendo la tentación de lo fácil. Sólo que hay momentos en los cuales es necesario tomar el camino de tierra y roca, saliendo del camino pavimentado que nos ofrece nuestra zona de confort.