jueves, 19 de junio de 2014

Comportamiento, personalidad y multiplicidad: Parte I

¿Cómo se considera la individualidad de una persona? Hablando estrictamente desde el plano científico, todos estaríamos de acuerdo en determinar que somos individuos por el mero hecho de que somos organismos indivisibles.

Yendo un poco más a fondo con el tema, pensemos un poco desde el plano psicológico. Si bien, disponemos de una sola mente, la misma tiene una capacidad tan sorprendente y compleja, en la que se ha hablado en muchas ocasiones el hecho de una persona con múltiples personalidades. La personalidad es un conjunto de características psíquicas de una persona, la cual definen y determinan su comportamiento ante cada circunstancia. Este comportamiento es dinámico, se mantiene en continuo cambio ya que nos vemos influenciados por el ambiente, las experiencias y las personas que nos rodean. La psicología a intentado darle una forma a cada personalidad, para poder entenderla, analizarla, e incluso llegar hasta definir un patrón en su comportamiento.

Si pensamos en personalidades definidas, entonces podríamos plantear una posible situación. Una persona con más de una personalidad. Por ejemplo, podríamos imaginar alguien que con cierto grupo de personas se comporta de una manera determinada, siendo radicalmente diferente en cualquier otro entorno. Este caso podríamos pensarlo como dos personalidades juntas dentro de un mismo cuerpo diferentes entre sí, o como una única personalidad compleja que no puede ser encasillada ni definida estrictamente, porque claro, hablando de personalidad tenemos en cuenta en la dinámica a la que se ve sometida constantemente.

En este caso, plantearé la idea de una persona con múltiples personalidades. No significa sin embargo, que la considere como la opción correcta, simplemente me interesa abordar ambas posibilidades.

Siendo una persona con varias personalidades, tenemos que entender entonces que cada personalidad siente, piensa y actúa de manera diferente a la otra. Procesan la información de manera distinta e independiente, lo que puede ocasionar que una misma persona, ante hechos similares en condiciones favorables reaccionen de manera totalmente radical. Puede darse el caso que una de esas personalidades sea consciente de la multiplicidad en su comportamiento pero que sin embargo no pueda detenerlo ya que es algo totalmente involuntario. Más aún, las personalidades pueden enfrentarse entre sí, ya que una tratará de predominar más que la otra. Ganará la más fuerte, o la que más convicción llegue a tener.

Ahora bien, así como puede darse el caso de personalidades enfrentadas, no sería para nada disparatado pensar entonces en personalidades que se sienten atraídas, dentro de un mismo individuo. La famosa frase de "está enamorado de sí mismo" no se trataría más que de dos personalidades, en la que una está enamorada de la otra. Es acaso por una carencia de afecto sincero por parte de alguien más o por un simple hecho de narcisismo innato.

Pero, en ese caso, ¿Podríamos afirmar que una persona es sólo una persona? ¿Sería real pensar entonces que podemos tener contacto con personas diferentes aunque físicamente sea la misma persona? ¿Existen las personalidades multiples dentro de la misma personas o estamos hablando sólo de una gran personalidad con mayor complejidad?

lunes, 2 de junio de 2014

Fragilidad

En menor o mayor medida somos seres frágiles. Y en un mundo de apariencias, hasta el ser más duro por fuera, puede estar destrozado por dentro. Estamos sometidos a una presión constante, una presión propia o ajena --y en el peor de los casos ambas-- que nos exige resultados positivos. Nos vemos sometidos a soportar la brutalidad, el horror y la venganza. El odio y el amor son polos tan extremos como involuntarios. No se puede amar intencionadamente de manera genuina, ni tampoco odiar adrede. Simplemente surge. Sentir nos desgasta emocionalmente, y eso nos vuelve aún más frágiles.

El rigor físico, mental y emocional que nos propone el sistema dominante instalado alrededor del mundo influye directamente en nuestra homeostasis. Si queremos triunfar debemos sacrificarnos, para luego quizás ganar mucho menos de todo lo que tuvimos que sacrificar. El ganar en demasía también puede producir que perdamos de vista lo verdaderamente importante, alejándonos, aislándonos, exponiéndonos más vulnerables, aún más frágiles. Cada segundo que pasa nos consume un poco más como la llama de una vela esperando su destello final, desde el minuto en que nacemos comienza la cuenta regresiva de caducidad. Pero eso no debe deteneros, tampoco el miedo ni el dolor.

Creo que nacimos para rompernos, para luego re-armarnos y salir a rompernos otra vez. Y en esa dinámica descubrirás que dejando el miedo de lado, podrás descubrir cosas que no imaginaste encontrar. Nuevos matices, nuevos lugares, nuevas personas, nuevas experiencias. Y cuando nos rompamos del todo, sin posibilidades de re-armarnos ya, podemos dar una última sonrisa porque hemos hecho todo aquello que queríamos hacer.