lunes, 24 de febrero de 2014

La relatividad de la riqueza

Los tiempos cambian, con él las costumbres, las modas y tendencias. Pero algo siempre fue igual. La busqueda del todo, la necesidad de tener siempre un poco más. Quizás, no sea un concepto malo pensarlo de esa manera, pero cuando hablamos de dinero puede ser una mala combinación.

Y es que las personas, a lo largo de la historia, siempre han buscado (y los que no, al menos lo fantasearon) tener la mayor cantidad de dinero posible. Eso significa una vida de lujos y comodidades. Es que el sistema te lleva a eso, a anhelar ser millonario, o cuanto menos, poder darse algunos gustos sin tener que sufrir a fin de mes por cubrir las necesidades básicas.

Sin embargo, hoy, tanto como ayer, habría que indagar un poco más allá sobre el valor de las cosas. ¿Sería el dinero entonces lo único con valor? ¿o las cosas que compramos con ello? Habría que preguntarle a alguien que lo tenga todo, millones y millones guardados en alguna cuenta bancaria. Habría que preguntarle a alguien que no lo tenga nada, lo puesto y la duda de qué comer esta misma noche. Juntarlos, cara a cara, que se cuenten el uno al otro sobre el valor de las cosas que tienen argumentando desde su pensamiento. ¿Quién lo tendrá todo y quién no tendrá nada?

Dependerá, claro, del caso particular de cada uno. Pero el punto es que justamente ninguno de los dos, partiendo por el hecho de que uno sea millonario y el otro pobre, lo tiene todo o no tiene nada por su propia condición. Dependerá de sus valores, de su crianza y de sus sueños, lo que determinará si lo que enriquece su vida sea algo más que dinero. Algo como una mirada, una sonrisa, un lugar, un momento que te llena para siempre. Y así, ser rico de por vida.

Y ahora pienso, mientras que algunos creen tenerlo todo, yo tengo la suerte de tenerte a vos.