viernes, 21 de febrero de 2014

Tiempo y forma

Es curioso, al menos, como suceden determinadas situaciones en determinados momentos. Sinceramente me cuesta pensar el hecho de que haya un transfondo, un libreto en el que esté escrito el cuando y el como. Pero también tengo que ser realista al ver, entender y analizar, que muchas veces el desencadenamiento de los sucesos surgen en un tiempo y una forma tal que ponen en duda cualquier tipo de escepticismo sobre el destino.

Aunque nos podríamos limitar a decir que las cosas sucedieron así y fin, sin buscarle mucha respuesta al asunto. Pero no me distingo por ser alguien conformista, y le busco variantes, le busco respuestas.
Es increíble como un suceso que a priori parece insignificante, en un lapso breve de tiempo se puede transformar en algo vital, y es ahí cuando pensamos en el hecho de que había un motivo para que todo eso sucediera. Empezamos a indagar en detalle, descubriendo así que hasta el más mínimo detalle formaba parte de un gran rompe cabezas. ¿Y si fue algo intencional? Pero esa pregunta nos lleva inmediatamente a preguntarnos ¿Quién es el interprete de semejante trama? Los creyentes religiosos dirán rápidamente que se trata de su Dios. En mi caso particular, es ahí donde me trabo y paso a la siguiente alternativa ¿Y si sólo es parte de una casualidad?

Concretamente, este es un tema donde no tengo más certezas que dudas. Creo muchas veces en la causalidad, siendo nosotros mismos responsables de lo que nos pasa y nos rodea. Pero no seré necio (esta vez) y admitiré que hay cosas que nos exceden como seres humanos, situaciones que se entrelazan entre sí como una perfecta historia de novela.

¿Entonces?

Habrán algunos que optarán por sentirse guiados por el destino (el cual pudo ser escrito por un Dios o una esencia superior) y habrán otros que consideran que las cosas simplemente pasan porque sí. Yo, en este caso, estaré exactamente en la finita línea que divide ambas posiciones. Al menos por ahora.