martes, 18 de agosto de 2015

La sincera verdad

Por momentos tengo tantas cosas que decir que no termino diciendo ninguna. Y es que a veces no hace faltar hablar para decir lo que se siente en el aire. En un mundo infectado por tantas mentiras y falsedades, la sincera verdad permanece en silencio. Pero se respira en el ambiente, se hace presente hasta en lo más intimo de tus huesos. Porque lo puro no necesita de marketing ni propaganda, se vale por sí mismo, incluso, trasciende las barreras de las palabras.

Lo tuyo, lo mío, lo nuestro, es parte de eso. Formamos parte de un todo que se expande más allá de la lingüística y las señales, rompemos con el mito de ir a la par de las convenciones sociales y las nuevas tendencias culturales. Porque el amor también se deforma con la moda, no es nuestro caso. Y somos complices en esto, lo entendimos así, lo vivimos así, de manera natural.

Pero no siempre lo supe así, desde que llegaste lo entendí. Hace tiempo, atrás, la semilla que plantamos en aquellos días hoy es un árbol que no para de crecer. Y es algo que nunca te dije, como otras tantas cosas. Soy un convencido que, todavía no existen las palabras necesarias para describir con estricta precisión algunos sentimientos que me nacen a tu lado. Como el iceberg que duerme debajo del océano, alguien dijo alguna vez que lo esencial es invisible a los ojos, pero nunca al sentimiento. Están ahí, a veces en silencio, porque así es la sincera verdad.