miércoles, 22 de julio de 2015

Inmortalizando ideales

Es realmente llamativo como se pueden dar las cosas. Hace algún tiempo, varios años a decir verdad, me cruce con un muchacho el cual, para ser brutalmente honestos, no causo un gran impacto en mi vida. Era una persona visiblemente alegre, el cual tenia una facilidad para hacer amistades admirable. Poseía de un carisma particular y una imagen notablemente desprolija.

Compartimos algunos momentos, breves y esporádicos, más por casualidad que por otra cosa. Se lo notaba un gran joven; sin embargo, yo no atravesaba por un momento personal adecuado para valorar ciertas cualidades humanas. Pasaron los años y no fue más que un recuerdo archivado en algún rincón de la memoria, no más que su nombre y algunos recuerdos fugaces, los cuales son tan borrosos que es difícil establecer la veracidad de los mismos. Es particularmente curioso como alguien sumergido prácticamente en el mismísimo olvido pueda alterar el curso de tu vida.

No hable más con aquel muchacho, lo cierto es que nuestra actualidad nos permite saberlo casi todo de personas que casi no conocemos. Y así fue. Supe que se había mudado, lejos de la cuidad, que se había establecido en uno de esos lugares los cuales uno se va de vacaciones y piensa en voz alta "Lo dejo todo y me vengo a vivir acá".  Sierras, aire puro y buena gente. También supe que estaba disfrutando de su vida, a través de una de sus pasiones como lo era la música. Las fotos que podías ver de él, eran un reflejo fiel de esto que les estoy contando. Uno puede ocultar la tristeza, pero lo que nunca se puede ocultar es la alegría de vivir. Y créanme, que se sentía más vivo que nunca.

Pero todo de golpe puede cambiar, siendo llamativo como se pueden dar las cosas. Una noticia inesperada hizo temblar cada uno de mis pensamientos. Otra vez, este mundo post modernista me permitió enterarme al instante de una noticia trágica, la muerte de este joven muchacho. No tenía más de 21 años, una vida por delante. Fue una de esas muertes totalmente inesperadas, esas que no son por una mala salud, ni producto de algún hecho relacionado a la inseguridad que atraviesa el país. Son esas muertes que te obligan a reflexionar, te sientan y te enmudecen. Supe que había tenido un accidente en un río y que habría muerto ahogado.

Es realmente increíble, como una persona que se fue a vivir su vida justo como quería, le sucedan este tipo de fatalidades, casi como si la vida te pudiera castigar por ser tan noble con tus más profundos deseos. Como si aquellos que se animan a dejarlo todo por hacer realidad sus sueños, tuvieran que pagar el precio con sus propias vidas. Y más aún, ver a todos aquellos que lo conocieron, hablar tan sinceramente de lo que represento en sus vidas. Todos coincidiendo en este estilo de vida noble y alegre, el cual supo llevar.

No pude evitar pensar en mí. Soy una pelea constante entre lo que soy y lo que quiero ser. Entre la vida que quiero y la vida que llevo. Hay una parte de mí que quiere algo más, que busca aventura y movimiento, que no acepta resignarse a vivir una rutina vacía. Y de golpe esta noticia que te deja pensando. Hay que salir a vivir con el riesgo inminente de desvanecerte en el camino, o es preferible conformarte con una vida programable bajo el mismo riesgo, pero con la diferencia claro, de no haber intentado algo más.

Entonces fue cuando lo entendí. Si existiese la posibilidad de elegir alguna manera de morir, creo que sin ninguna duda decidiría que fuera después de habérmela jugado por todo eso que quería. Prefiriendo vivir sólo un instante disfrutando de aquellas cosas que valen la pena, a vivir toda una vida padeciendo todo eso que uno detesta. Y así, con una sonrisa que llena el alma, poder dejar algo todavía más valioso que un recuerdo. Inmortalizando ideales.

Gracias por ese gran legado.