jueves, 4 de febrero de 2016

Simple ilusión

A veces, me alcanza con creer ver que te veo al otro lado del cristal. Ese cristal que separa lo real de lo irreal, que de tan fino y transparente, la luz atraviesa de un lado a otro de los mundos convirtiéndolo todo en un posible, un quizás.

A veces, siento que te siento a pesar que no estés acá. Y como un sueño que a pesar de ser un sueño no deja de conmovernos igual, me conmociono con tu no presencia tal como si fueras real, como si estuvieras parada de este lado, el lado verdadero, el que se repite día tras día. Y sos tan real, como la imagen tuya idealizada en el mundo surreal. Esa que me pertenece absolutamente, porque es una proyección mía y de nadie más.

Y a veces, sólo a veces, creo alcanzar ser lo que pretendo ser como una simple ilusión que, a pesar de saberme distinto, me alcanza para imaginarme algo más. Un presente distinto, un amanecer más brillante oculto tras las nubes. Como si fuera suficiente. El viajar mentalmente de un extremo al otro, como quien viaja en una máquina del tiempo al pasado. No deja de ser una simple ilusión, pero que se percibe como suficiente, como algo que se puede materializar; aunque nobleza obliga a decirlo, por lo general no lo haga.

A pesar de todo perjuicio que una ilusión, que más pueda ser considerada como un delirio mágico o una cruda imaginación, pueda tener hasta en las mentes más entrenadas y brillantes, lo considero como una alternativa viable de ver ese rayo de sol en medio de la tormenta. Y no es una puerta de salida, un escape perfecto. Sino más bien un descanso, un breve respiro bajo la intensa presión de un océano tratando de ahogarnos en cada momento.