Transformar los sentimientos en algo tangible, y más allá del producto
que puede ser bueno, malo, regular, lo que importa es el mero proceso de
transformación, de transcribir esas sensaciones, siendo esa es la
verdadera recompensa. Después, como si fuera poco, ese material se
puede compartir para que otros lo puedan disfrutar, y en el mejor de los
casos puedan sentir esos mismos sentimientos que quisiste brindar. Y es
ahí, donde se vuelve a producir una transformación, pero esta vez a la
inversa, convirtiéndose nuevamente en sentimiento de alguien más.