jueves, 27 de marzo de 2014

Mirá

Míralo a él. Tan sonriente, inocente sobre todas las cosas. Es muy chico para entender que está muy cerca de corromperse a sí mismo sólo para sobrevivir. La vida de adulto exige que para triunfar debes pagar un costo elevado. Pero no se complica, no todavía. Eso viene después, las preocupaciones, las reflexiones del qué debería hacer, del qué debería haber hecho o del qué voy hacer. Sólo quiere jugar, sentirse querido, porque pocas veces somos tan perceptivos como cuando somos chicos ya que todo resulta nuevo, interesante, digno de explorar. Es la expresión de la sinceridad. Míralo a él, deseas que nunca cambie, que se quede así para siempre. En cierta medida te reconforta verlo así.

El tiempo pasó, su cara cambió. Es una mezcla extraña de desconfianza a la vida, arrogancia del todo lo puedo y una corriente de rebeldía. No parece un buen coctel a priori, pero se puede deslumbrar en sus ojos de cristal que esconde mucho más, está frágil. Ya no sonríe tanto, y muchas veces lo hace de compromiso, pensando cada vez más en alzar su voz y hacerse escuchar para ya no ser pisoteado por lo que representa la sociedad. Está dando sus primeros pasos a un ser idealista, aunque no lo sepa, hay muchas cosas que ignora, pero están apunto de pasar. Empieza a golpearse, pero no para, sigue adelante como si nada lo tocara. Sin embargo, a pesar de seguir adelante por la inercia misma que caracteriza a los jóvenes de su edad, pero las heridas quedan, quizás sangren después. Sigue siendo perceptivo con su entorno pero se reprime, guarda todo aquello que siente. Aunque cada tanto rebalsen sus emociones, lógicamente, no se pueden encerrar por siempre.

Ahora sí, lo inevitable, la adultez cobro su precio por la supervivencia en un mundo infectado que incluso muchos no pueden soportar. Se mira a sí mismo, y se ve a la distancia, en lo pasado y en lo que podría pasar. Ahora analiza, ahora se preocupa, ahora reflexiona. No quiere asustarse porque sabe que no hay tiempo que perder, las reglas de juego cambiaron, ya no tiene muchas alternativas en un mundo establecido que está en marcha y uno no puede bajarse tan facilmente. Pero es un idealista, esa rebeldía muto y se transformo en pensamiento, en un ideal. Él cree en eso, no es religioso pero en algo tiene que creer, se sostiene y aferra a sus ideales. La vida lo golpeo, vaya si lo sacudió sometiendolo a situaciones limite. Y sin embargo allí está, firme.

Para sorpresa de todos, la vida le dio el mejor regalo del mundo. Pero se lo tuvo que ganar, como pocos. Era un regalo tan increíble, tan especial, que ahora entiende el hecho de haber tenido que luchar por ello. Hasta las últimas consecuencias, entregándose en cuerpo y alma, más allá de lo desgarrador que puede ser el dolor. Ahora lo disfruta, es feliz otra vez.

Mírala a ella. Tan sonriente, inocente sobre todas las cosas. Es la expresión de la sinceridad y el amor en su estado más puro. Míralo a él, como la mira a ella, tan chica, tan llena de vida siendo un verdadero reto no llorar de la alegría, un regalo que le dio la vida pero que él mereció, se lo gano. Él sonríe, pero sonríe a través de ella. Es feliz, a través de ella. Revive su infancia, su sinceridad, el verdadero sentido qué tiene vivir, la simpleza. Sí, todo eso a través de ella, llenándolo aún de más felicidad.

Míralos a los dos, juntos, de la mano, sonriendo, jugando. Él tratándola de guiar en el camino, cuando en realidad ella lo ayuda a caminar todos los días dándole motivos para vivir. Ella lo hizo un mejor hombre, él sólo quiere verla crecer, sólo quiere verla feliz, así de contenta, así de sonriente. A pesar de su edad, ahora son niños los dos.