Se vuelve un misterio, un enigma que mi mente se niega a soltar. Me obsesiona, me perturba. Quizás eso pasa cuando en una persona racional es el corazón quien habla. Pareciendo tan fuera de lugar, como si fuera un pensamiento de un extraño implementado en otro lugar.
Con el tiempo aprendí a convivir con ese pensamiento, aprendí a creer en él. Hay fuerzas que no entendemos, que resultan imposibles de disuadir como la gravedad.
Tus palabras siguieron replicándose en mí como ecos de mi propia voluntad.